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Editorial: 50 años de la Filarmónica de Bogotá

Editorial: 50 años de la Filarmónica de Bogotá

La historia de esta institución es uno de los ejemplos más extraordinarios de Suramérica.

Hoy, en pleno siglo XXI, cuando la creación y el sostenimiento de una orquesta de música académica parece una quimera, la historia redonda y continua de la Filarmónica de Bogotá es uno de los ejemplos más extraordinarios de Suramérica.

Fue en 1967 cuando un grupo de intelectuales y melómanos, encabezados por el violinista Mario Posada y Raúl García, se organizaron para crear la primera generación de la orquesta y recibir los avales del entonces alcalde Virgilio Barco, y con la inyección económica inicial de J. Glotmann S.A. Y así comenzó este concierto de medio siglo con Jesús Pinzón Urrea, como su primer director artístico. Otras batutas que le siguieron fueron Dimitr Manolov, Carmen Moral, Irwin Hoffman, Lios Shambadal, Enrique Diemecke y Ligia Amadio, por mencionar algunos.

Hoy, la Filarmónica de Bogotá, con más de 90 integrantes, ya no es solo una orquesta: se estableció como una casa de ocho agrupaciones, entre ellas las bandas, orquestas y coros juveniles e infantiles, incluyendo la Filarmónica Juvenil de Cámara. Además, es una entidad cuya hoja de ruta social ha pretendido llevar la música sinfónica a todas las localidades de la ciudad, que ese gozo llegue a todos, para desmentir a quienes creen que la obra de Beethoven, Mozart y de los más grandes compositores no les pertenece a los diversos públicos.

Una historia admirable, sin duda. Paradójicamente, es una orquesta sin casa propia, como con justicia lo merece. Aunque el auditorio León de Greiff, de la Universidad Nacional, ha sido por décadas el espacio que la ha acogido para sus presentaciones y sus ensayos, la entidad carece de un recinto propio, como lo tienen las orquestas más importantes del mundo.

La Filarmónica, que también va por los escenarios del mundo haciendo sonar el nombre de Colombia, no solo es digna de un aplauso nacional, sino de total respaldo. Si bien cuenta con un presupuesto saludable y garantizado por el Distrito, no alcanza para cumplir algunos de sus sueños, como levantar un templo musical con salas de ensayo y de formación para niños, cuyos planos se han quedado engavetados. Una sede propia sería un justo premio. Además de gran beneficio para miles de músicos del futuro.

editorial@eltiempo.com

Orquesta Filarmónica de Bogotá. Imagen: filarmonicabogota.gov.co

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