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30 años de Tiananmén

El horror de esas horas sigue poniendo de acuerdo a los ciudadanos que se resisten a la censura.

Editorial .
Es una de las imágenes más icónicas de la historia reciente del mundo: el lunes 5 de junio de 1989, en la plaza de Tiananmén, de Pekín, un valiente cargado con un par de bolsas de mercado –que alguna vez se llegó a identificar como Wang Weilin– se enfrenta en solitario a los tanques del Ejército de Liberación Popular que el día anterior habían convertido las protestas estudiantiles contra el Gobierno chino –y a favor de la democracia– en una masacre de miles de personas. Se dice que hubo más manifestantes corajudos que se enfrentaron a las tropas, pero el llamado ‘hombre del tanque’, cuya identidad y paradero son un misterio, sigue siendo un símbolo de las luchas desiguales contra los regímenes violentos.
Fuera de China, todo aquel que quiera hacerlo podrá ver, así mismo, las imágenes brutales de lo que sucedió el día anterior: los helicópteros lanzando ultimátums, las bicicletas quemadas, las pilas de heridos. Pero en China, en donde el Gobierno ha controlado las historias y las cifras de aquel día, una gran muralla virtual –que, empezando por las redes sociales, bloquea miles de dominios en internet– sigue impidiendo que un par de generaciones de chinos sean testigos de las peores escenas de aquella jornada sangrienta.
Si el mundo se llenó ayer de retratos de la represión y de sus víctimas, si ayer más de cien mil personas encendieron velas, en las calles de Honk Kong, para conmemorar la brutalidad que sucedió hace tres décadas, es porque resulta fundamental recordar que ese par de días –“la única vez que una nación se invadió a sí misma”, según dijo el científico disidente Fang Lizhi– se dio lo peor y lo mejor de lo humano, la masacre y el valor, el sometimiento y el grito de libertad, en una enorme parte del mundo en que vivimos.
Vale recordar que, en ese entonces, 80 ciudades de China y otras más del mundo se unieron a la protesta. Y que hasta hoy, el horror de esas horas sigue poniendo de acuerdo a todos los ciudadanos del orbe que se resisten a la censura.
Editorial .
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