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Una cita a ciegas en Jericó

La curiosidad de los lugareños era notoria en su mirada, siempre acompañada de una sonrisa.

Vladdo .
Hace unas semanas, cuando me invitaron a participar en una charla en Jericó, Antioquia, no sabía en la que me estaba metiendo. “Mira, es que este año el Hay va a hacer una versión en Jericó y queremos que nos acompañes, para que hables con Pascual Gaviria sobre cómo la realidad supera a la sátira y al humor”, me dijo Amalia de Pombo, la directora del Hay en Colombia. Aunque hasta ese día lo único que sabía de Jericó es que es la cuna de la Madre Laura, acepté la invitación sin vacilar.
Como viajar es una de las cosas que más disfruto, no les pongo misterio a estas propuestas. Y si a eso le sumaba la buena compañía de alguien pilo y ocurrente como Pascual y el hecho de que se tratara de un evento organizado por el Hay, no veía ninguna razón para negarme a asistir. “Es un pueblo muy lindo, que queda a unas tres horas de Medellín; te va a encantar”, me dijo Amalia al final de la llamada.
El día del viaje, varios de los participantes coincidimos en el avión y al llegar al aeropuerto de Rionegro, nos reunimos momentáneamente para la postal de rigor; era un ‘parche’ increíble. Minutos después empezó la aventura.
Como estaba previsto, a las 10:30 de la mañana abandonamos el José María Córdova para iniciar nuestro recorrido, pero pocos minutos más tarde hicimos la primera escala, en uno de esos restaurantes típicos de carretera, no solo para desayunar sino para esperar a otro de los conferencistas, cuyo vuelo se había retrasado. Al filo del mediodía continuamos el viaje, que tuvo otro par de paradas técnicas, antes de arribar a Jericó. La llegada al pueblo es una verdadera travesía, a lo largo de una carretera empinadísima, construida en medio de inmensas montañas e imponentes paisajes.

Con esta edición, el festival retomaba las raíces del Hay original, que se realiza cada año en Hay-on-Wye, una remota población de Gales, donde empezó todo hace más de tres décadas.

Las tres horas de las que inicialmente me había hablado Amalia se convirtieron en siete, pero todo transcurrió sin contratiempos. Eso sí, aparte de la cantidad de curvas de la vía, me llamó la atención una vistosa valla, instalada pocos kilómetros antes de llegar a nuestro destino, en la cual aparecían las fotos de tres políticos con un letrero en mayúsculas que decía: ‘LOS DE URIBE’, como para que no se nos olvidara que llegábamos a uno de los bastiones del Centro Democrático; nos estábamos metiendo a la ‘boca del lobo’.
El pueblo estaba alborotado con la organización del Hay Festival, que, con esta edición, retomaba las raíces del Hay original, que se realiza cada año en Hay-on-Wye, una remota población de Gales, donde empezó todo hace más de tres décadas. Las coloridas calles estaban adornadas con festones y pasacalles que le daban un aire festivo, y la curiosidad de los lugareños era notoria en su mirada, siempre acompañada de una genuina sonrisa. Caminando por ahí, me contaron que en Jericó están las fábricas más tradicionales del célebre carriel paisa, ícono de la indumentaria antioqueña.
El festival se inauguró con la proyección al aire libre, en la plaza principal, de Jericó, el infinito vuelo de los días, el emotivo documental de Catalina Mesa, cuya acogida por parte del público superó todas las expectativas.
Al día siguiente, antes de nuestra charla con Pascual Gaviria, con el aforo del teatro a tope, y conociendo el legado religioso y la tradición política del pueblo, sentí cierta inquietud. Sin embargo, la función transcurrió en medio de risas y murmullos cómplices. Es más: según me contaron luego, entre los espectadores había unos señores que se referían a mí diciendo: “Este tipo me cae gordo”, lo cual no les impidió quedarse hasta el final ni soltar una que otra carcajada al oír nuestros apuntes, en un encomiable gesto de tolerancia.
La cita resultó mejor de lo imaginado. Volví feliz a Bogotá, con mi propio guarniel de 12 bolsillos, repletos de buena vibra y lindos recuerdos; gracias al poderoso efecto aglutinador de la cultura.
@OpinionVladdo
Vladdo .
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