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Macías y el juego sucio

Para lograr sus propósitos, Macías no tiene reparo en acudir a las más variadas artimañas.

Vladdo .
La ‘jugadita’ con la que Ernesto Macías se despidió de la presidencia del Congreso no fue una simple pilatuna ni un error. Fue un acto cuidadosamente planeado para sabotear la intervención de la oposición en el foro más importante de nuestra democracia, que terminó convertido en una madriguera donde este desmedido personaje llevó a cabo las más oscuras maniobras durante su nefasta gestión.
Y es que ese detalle del pasado 20 de julio fue apenas uno más de los muchos artificios a los que acudió Macías para socavar el debate político, mermar la participación de quienes piensan distinto y minar, en últimas, la diversidad, la tolerancia y el pluralismo que deben ser garantía en los recintos de cualquier parlamento.
Después de inaugurarse con un desafinado discurso el 7 de agosto de 2018, durante la posesión presidencial de Iván Duque, el senador no solo no moderó su tono ni sus actitudes, sino que se dedicó a mangonear con su investidura, a exacerbar su autoritarismo y a excederse en los debates con el fin de bloquear cualquier iniciativa que se apartara de los credos de su bancada o de sus intereses.

En vez de tomar distancia del incendiario discurso del presidente del Senado en su posesión, Duque lo premió con la Cruz de Boyacá

Para lograr su propósito, Macías no tuvo ningún reparo en acudir a las más variadas artimañas, por muy polémicas que resultaran y en las cuales él ha sido un especialista. Baste recordar que unos meses antes –en diciembre de 2017– había escrito en su cuenta de Twitter: “Cercanos a Santos afirman que él estaría pensando en suspender elecciones del 2018, para permitir el ‘gobierno de transición’ de Timochenko”. Tal y como quedó demostrado luego, semejante especulación carecía de sustento, pero les generaba réditos a él y a su colectividad en la campaña electoral que en ese momento se intensificaba.
A pesar de antecedentes como ese –o tal vez gracias a estos–, este ilustre exponente del Centro Democrático llegó a la máxima dignidad del Congreso de la República, desde donde siguió mintiendo y manipulando a sus anchas, hasta el último momento.
Otras ‘jugaditas’ memorables de Macías fueron el menosprecio que mostró hacia Jennifer Pedraza, la líder universitaria a la que prácticamente no dejó hablar el año pasado en una sesión del Congreso a la que había sido invitada, en medio de las protestas estudiantiles. También se destaca su intrépida propuesta de convocar una constituyente con la supuesta intención de “tramitar verdaderas reformas” de la justicia y la política y para ajustar los acuerdos de La Habana, pero que en realidad iba a ser otra maniobra para darles carta blanca al uribismo y sus buenos muchachos para hacer y deshacer. Y no hay que olvidar la fallida tutela con la cual quiso revivir las objeciones de Duque a la JEP, luego de que estas fueron derrotadas en el Congreso.
Como si lo anterior fuera poco, una de sus últimas hazañas fue instalar una placa en el recinto del Capitolio en honor a Álvaro Uribe, por haber regresado “al Senado a continuar trabajando por el país”. Con semejante acto de servilismo se pasó por la faja la ley que prohíbe expresamente tal tipo de ‘homenajes’.
Y cuando todos creímos que esa había sido la cereza del ponqué de su patética gestión, ¡zas!, el sábado llegó con su intento de enredar la réplica a la cual tenía derecho la bancada de oposición. Lo peor de todo es que los desafueros del senador han sido respaldados tácita o expresamente por Iván Duque, quien hace dos días, por ejemplo, le restó importancia a la ‘jugadita de despedida’ de Macías, diciendo que no le ponía misterio. Y el año pasado, en vez de tomar distancia del incendiario discurso del congresista en su posesión, lo premió luego con la Cruz de Boyacá. Como para que no quede ni la más mínima duda de que el Presidente de la república y su excompañero de bancada siguen siendo uña y mugre.
puntoyaparte@vladdo.com
Vladdo .
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