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El trino por la culata

Al ver el errático proceder de Musk, el pajarito azul podría estar al borde de su extinción.

Vladdo .
No cesan los remezones en Twitter, tras la accidentada adquisición de esta plataforma por parte del excéntrico Elon Musk, quien ha ocasionado un fuerte tsunami dentro y fuera de los cuarteles de esta red social, fundada en 2006 por Jack Dorsey, que se ha convertido en un foco de controversia y discusiones de alto voltaje desde cuando numerosos líderes políticos, gobernantes y activistas de todas las tendencias la empezaron a usar como tribuna de gran alcance.
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Y, como era de esperarse, los políticos no llegaron solos. Detrás de ellos vinieron sus huestes, dispuestas a defender a como diera lugar las ideas y propuestas de sus jefes, por más disparatadas o arbitrarias que fueran; tarea para la cual se han valido de las infames bodegas, desde las cuales planean y ejecutan los ataques y calumnias que se han vuelto pan de cada día, sin que Twitter –ni las demás redes sociales, hay que decirlo– tomen cartas en el asunto.
En otras palabras, en plena era de la desinformación, y gracias a la negligencia de sus administradores y propietarios, las plataformas se han transformado en una poderosa herramienta no solo para diseminar mentiras y falsas noticias, sino para exacerbar los ánimos de unos usuarios cada vez más radicalizados y menos tolerantes.
En medio de este desolador panorama –y luego de un litigio de varios meses con los antiguos propietarios de Twitter– el multimillonario sudafricano aterrizó a finales de octubre en la sede central de San Francisco, con la promesa de rescatar la libertad de expresión, objetivo que no se ve muy claro, si se tienen en cuenta las polémicas medidas que el empresario ha tomado, empezando por el despido masivo de trabajadores, que ha repercutido negativamente en el funcionamiento de la red.

Sin Twitter tal vez podríamos recuperar la humildad, prescindir de la amargura y dejar de echarle más leña al fuego.

Además, en una controvertida decisión, Musk resolvió restituirle a Donald Trump su cuenta, que había sido cancelada tras el asalto al Capitolio, perpetrado por sus seguidores el 6 de enero de 2021. Según explicó en un comunicado la compañía, la suspensión obedeció “al riesgo de una mayor incitación a la violencia”, por parte del entonces presidente.
Musk tomó esta determinación luego de hacer una encuesta en la que participaron poco más de 15 millones de tuiteros, y cuya mayoría votó a favor de restablecerle la cuenta al exmandatario. Pero la cosa no para ahí. Además de Trump, otros cuestionados personajes también han resultado beneficiados, gracias a una amnistía que Musk está implementando y con la cual piensa rehabilitar miles de cuentas más, clausuradas por violar las normas de Twitter.
Y, para colmo de males, dicha compañía acaba de anunciar que desde la semana pasada “Twitter ya no aplica la política de información engañosa sobre covid-19”. Es decir, que en adelante todos los trinos llenos de carreta o especulaciones acerca del virus podrán circular sin obstáculos.
Así las cosas, al ver su errático proceder, no tendría nada de raro que a Musk le saliera el trino por la culata, cosa que tampoco sería excepcional en el mundo de la tecnología y las comunicaciones. En el pasado reciente, otras plataformas que parecían imprescindibles –como AOL, Blackberry, MSN Messenger o ICQ, por ejemplo– se fueron marchitando hasta que sucumbieron, a pesar de sus millones de usuarios.
Además, luego de 16 años, a lo mejor Twitter ya cumplió su ciclo, y su colapso podría representar una oportunidad para aprender a ver la realidad con una actitud diferente, pues al fin y al cabo, aunque la información no va a desaparecer, tendremos que procesarla de otra manera, con más responsabilidad. Sin esos 280 caracteres ahí, al alcance de la mano y a la vista de todos, tal vez podríamos recuperar la humildad, prescindir de la amargura y dejar de echarle más leña al fuego.
VLADDO
puntoyaparte@vladdo.com
Vladdo .
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