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Diplomacia cero

Iván Duque ha demostrado su absoluta ineptitud para construir una política exterior.

Vladdo .
La pauperización a la que Iván Duque ha sometido la diplomacia colombiana es simplemente vergonzosa. Desde los primeros días de la administración las decisiones del Presidente han sido poco afortunadas, empezando por los nombramientos que hizo tanto en la Cancillería como en varias embajadas clave, con los cuales ha demostrado su absoluta ineptitud para construir una política exterior.
Al ver este desastre, vale la pena desempolvar estas palabras, escritas por Laureano Gómez en 1944, en El Siglo, y que describen a la perfección la coyuntura actual: “Colombia no tiene ni barruntos de carrera diplomática. Los cargos de la representación exterior son en la actualidad una colección de prebendas bien remuneradas, especie de cucañas, en cuyo extremo hay buenas cosas de comer, de beber y de disfrutar que alcanzan los que saben sostenerse y adelantar por las superficies equívocas y resbaladizas. Nada de servicios reales a la nación: son los servicios oscuros, generalmente inconfesables, pero eficaces, a las oligarquías los que abren las puertas de nuestro ‘servicio’ diplomático.”
Después de leer esto, ¿qué pensará Duque sobre su desastroso desempeño internacional? Por un lado, la Cancillería no existe, pues Carlos Holmes Trujillo pasó por esa cartera con más pena que gloria y Claudia Blum se posesionó pero no asumió. Por otra parte, la embajada más importante del país en el exterior la ocupa nadie menos que Pachito Santos, con lo cual queda dicho todo.

Los cargos de la representación exterior son en la actualidad una colección de prebendas bien remuneradas.

Y los demás nombramientos no solo corroboran lo dicho por Laureano Gómez hace más de 75 años, sino que evidencian la falta de brújula de Duque también en política exterior. A tal punto que su jugada más brillante ha sido ponerse –sin dignidad ni condiciones– al servicio de Trump, estrategia que cada día le sale peor, tal y como lo vimos este fin de semana, luego de que el gringo anunció su disposición de reunirse con Nicolás Maduro, lo cual sería una cachetada para Duque, quien se niega incluso a abrir canales diplomáticos con el déspota vecino, pese a todos los chicharrones binacionales que siguen sin resolverse, como el lío de los migrantes, el caso Aida Merlano o el de las lanchas artilladas que terminaron en aguas venezolanas.
Pero ese no es el único tema en el que nuestro presidente actúa como perro faldero, pues hace unos días el Gobierno colombiano anunció su apoyo al candidato de Estados Unidos a la presidencia del BID, gesto que no solo traiciona al resto de países latinoamericanos sino que puede contribuir a romper un pacto no escrito de que ese cargo sea ocupado por un dirigente de América Latina. Ya antes Duque se había alineado también con EE. UU. para promover –a la sombra de la cuarentena– la reelección en la OEA de Luis Almagro, un señor que poco le aporta al sistema interamericano y quien como secretario general, en vez de asumir el papel neutral de buen componedor, terminó convertido en gran conspirador en varias crisis políticas del continente.
En resumen, el problema no es que nuestra diplomacia sea regular o mala; lo verdaderamente grave es que no existe.
* * *
Colofón. En varias ocasiones, de diversas maneras y en distintos tonos, el exvicepresidente Óscar Naranjo ha dicho que no le interesa ser candidato presidencial. Sin embargo, muchos insisten en incluirlo en barajas y cálculos electorales para 2022. Curado de la política, Naranjo por ahora solo tiene cabeza para su familia y para repetir una y otra vez que él no tiene mucho que ver con el protagonista de El general Naranjo, programa donde lo pintan como un oficial cuya conducta raya en la insubordinación, que actúa como un Rambo y es todo un tumbalocas. También aclara que él no puede responder por las licencias artísticas que se tomaron los libretistas y productores de la serie.
Vladdo
puntoyaparte@vladdo.com
Vladdo .
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