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Cuando los animales hablan

Cuando los animales hablan

De la primera a la última, las páginas de este hermoso libro se “devoran”.

Con independencia del nombre que haya de recibir una época como la que esperamos que siga a la muy convulsionada que hoy padece la humanidad a todo lo largo, ancho y hondo del mundo (aquí decimos a ese propósito ‘nueva normalidad’ o algo así de indescifrable), los libros siguen siendo el primero y más grato refugio para guarecerse (casi siempre hasta el límite de la ingenuidad) de tantas injusticia, inequidad, pobreza y desesperanza como se ciernen, en mayor o menor medida, sobre muchísimos pueblos de la tierra, el nuestro incluido.

Sobre ese convencimiento, como ya lo dije en este espacio, tengo la suerte de que, como siempre que compro un libro solo en consideración al nombre y probada trayectoria intelectual del autor, en esta ocasión acerté ciento por ciento en mi escogencia. Por tal razón, concluida su lectura, reparadora y grata, solo quiero decir, en palabras de mero lector raso, de qué modo conviene encarecer ante propios y extraños que un excelente compositor e intérprete de música “carranguera” sea también un escritor de quilates para cuya incursión en el campo editorial de alto nivel acaba de lanzar una obra, dicho en dos palabras, muy bella.

Estoy hablando, por supuesto, del siempre bien ponderado profesional boyacense Jorge Velosa Ruiz y su libro ‘El convite de los animales’ (Ilustraciones: Soma Difusa; prólogo, Adrián Freja de la Hoz; Edit. Monigote, Bogotá, 2021), en el cual (hay que anotarlo así) no se sabe qué admirar mayormente: si la sencillez en el curso de la narrativa, si la originalísima temática plasmada en una fiesta de animales, o si la gracia y naturalidad con que da vida a la palabra de los “actores” que van llegando graneados, como se usa, a la asamblea en cuestión.

Un extraordinario libro con sentido ecológico, sociológico y humano que, además, rescata no solo la voz de los animales, sino las voces del lenguaje popular.


Por orden alfabético, desde la abeja hasta la zura, en el índice aparece la no despreciable cifra de 105 animales participantes en ese evento. Y como cada uno de ellos se expresa de forma particular y muy suya, lo indicado para el lector no iniciado en tan atractivo menester es consultar el glosario, integrado por 155 expresiones, muchas de las cuales, propias de la coplería, escapan a su habitual manejo del idioma, más aún si, como en este caso, la versificación usada sugiere el tono y la acentuación con que deben ser leídas.

De la primera a la última, las páginas de este hermoso libro se “devoran”, literalmente, no solo porque están escritas con probada versación en el contenido central de la obra, sino porque al mismo tiempo suscitan emoción, ternura y simpatía derivadas de un escenario ocupado por actores imaginarios hablando lindas palabras de hondo y real significado. Por ejemplo, la hormiga, cuando dice: “Soy chiquirritica / y no me las doy, / del trabajo vengo / y pa’l trabajo voy”. O el toro: “Manque pensándolo bien, / hay hechos tan horrorosos, / tan terribles y espantosos / que piores no puede haber, / y que de solo temer, / se me arruga hasta el aliento, / al evocar los tormentos / con que nos tratan tuavía, / corridos a sangre jría, / y a fierrazos y argumentos.”

Un extraordinario libro con sentido ecológico, sociológico y humano que, además, rescata no solo la voz de los animales, sino las voces del lenguaje popular.

Por último diré que habida cuenta de la brillante trayectoria de Jorge Velosa en el rescate, cuidado e impulso a la música del campo, originaria de modo especial (para orgullo nuestro) en “la tierrita” boyacense, es apenas obvio que cuanto se dijo en ‘El convite de los animales’ se refleje en la majestuosa realidad de sus paisajes nevados o hirvientes, la enorme riqueza de sus tierras minerales y la honrada mansedumbre de sus gentes laboriosas. Pero asimismo en el secular olvido estatal donde Boyacá sigue esperando un modo de vida mejor para su triste realidad campesina, ya atávica y urgida de obras como esta, que ojalá se lea en todo el país.

VÍCTOR MANUEL RUIZ
vimaruiz@hotmail.com

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