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Desprenderse de lo auténtico

No hay mejor forma de salir de una crisis que la audacia creativa conjunta.

Hoy más que nunca hace falta esfuerzo creativo para discernir y explorar las certezas que los caminos nos ofrecen. Son esas grandes obras de buceo por la sabiduría humana o de fracasos, los que nos van enseñando la lírica de nuestros pasos, la orientación de nuestros andares, la capacidad de crecer y verter otro futuro, que ha de ser desde luego más auténtico, ya que es el trabajo creativo el que nos pone alas para trascender hacia otros horizontes.
Necesitamos, sin duda, que este espíritu innovador tome presencia viva en todo el planeta, se haga realidad palpable por doquier, contribuyendo de este modo al avance social y humanitario de las ciudades y los pueblos, al entendimiento y a la fraternización de las gentes. Sea como fuere, no podemos continuar prendidos a la mentira. Únicamente la verdad nos fortalece lo más íntimo de nuestro corazón y nos hace compasivos; sabiendo que el que no imagina tampoco existe.
Lo auténtico es lo que nos hace grandes a través del impulso creativo. De ahí lo importante que es la unión, a la hora de encender nuestra mente junto a los variados latidos, para que resplandezcan todos los abecedarios, al menos para conseguir que esta devaluación de ánimos tome otros bríos más justos, ampliando las oportunidades para todos entre las distintas ramas del conocimiento. La exclusión no es de recibo.
Hemos de reducir las mil brechas que nos ahogan. No puede haber desigualdades. Todo debe ejercerse de manera responsable, en un clima de cooperación, que permita compartir generosamente el saber, superando todo interés individual y ese virus de competitividad que nos amortaja el alma de egoísmo. No tiene sentido, entonces, volverse una isla; cuando el mismo camino por descubrir nos exige la suma de las energías colectivas, que son las que nos llevan a reencontrarnos y a no tener miedo a dialogar con nadie.
En ese desprenderse de uno mismo, la cercanía es vital. Para empezar tenemos que sentirnos próximos al prójimo. Bajo esta unidad armónica es como se puede disfrutar de esos territorios creativos de referencia e interactuar descubriendo un abanico de posibilidades. Ciertamente, es la empatía, el respeto y la consideración hacia el análogo, la escucha entre sí, lo que acrecienta esa fuente natural de inspiración que el orbe requiere. No perdamos el tiempo, que pasa y no vuelve. Seamos fructíferos. No hay mejor forma de salir de una crisis que la audacia creativa conjunta.
Tras la pandemia, indudablemente, vamos a necesitar una conversión integral, con una buena dosis de aliento transformador; lo que nos requiere superar las barreras de nuestras miserias y abrirnos a estilos de vida más integradores y sostenibles. Cualquier corazonada, pues, es un místico alumbrar comunicando algo. La acción no debe ser una reacción más, sino una creación singular a ofrecer. No olvidemos que la formación de una perspectiva de lo creado siempre es el trabajo de una generación más que de un único ser, pues cada pulso toma su pausa de ese espíritu creativo generacional.
Crear es la misión del genio. Uno siempre puede fabricar versos que te den vida y que te saquen del pozo. Lógicamente, ante un mundo interconectado como el que vivimos, nuestro desvelo por la renovación ha de ser permanente, dándole prioridad al ser humano y basándose en el respeto mutuo. Vuelva a nosotros esa creatividad, que injerta el amor en el alma, que es lo que realmente nos da esperanza de un tiempo mejor, en el que también cada cual podamos ser más humanos, imprimiendo gestos de ternura, que es lo que en verdad nos da la fuerza para proseguir el camino.
Pensemos en que la humanidad está llamada a ser ese espíritu creativo, que estimula iniciativas diversas, con la práctica de la justicia y el empeño del pensamiento crítico. De la recesión económica causada por la crisis sanitaria provocada por el coronavirus también se sale, con ese arranque mental que todos llevamos inherente. Precisamente, es este motor el que nos permite reconocernos y ahondar en ese desvelo de lucha en la reconstrucción de un porvenir que ha de buscar una síntesis entre la unidad y la diversidad. Tomemos aire, despojados de todo desaire, y llevémoslo con pasión a buen término.
Víctor Corcoba Herrero
corcoba@telefonica.net
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