Momento de tribulación
Porque somos únicos, debemos dignificarnos para estar por encima del nivel del miedo.

Tenemos que salir de esta siembra tenebrosa antes de que la desesperación nos deje sin fuerzas.
El reto radica en asistirnos en plan cooperantes a plantear los problemas como oportunidades.
Un buen ciudadano es un ser siempre disponible a custodiar y a dejarse acompañar.
Lo razonable es que podamos quitarnos de este espíritu ramplón y meternos en horizontes más níveos.
Nos apremia bajarnos del pedestal y ponernos a desenmascararnos en profundidad.
Cada cual, desde su tarea, está llamado a ofrecerse y a no dejarse anestesiar por la pasividad.
Frente a las ofertas individualistas, sembremos miradas libres y pasemos página reconciliándonos.
El instante nos llama a impregnarnos de un clima espiritual único, lleno de signos y señales.
El estigma social y la falta de cuidado entre semejantes continúan siendo los principales obstáculos