En el fallo sobre la eliminación sí o no en nuestro territorio de las corridas de toros, becerradas, rejoneos, coleos, novilladas, corralejas y espectáculos similares, la Corte Constitucional acaba de hacer de Pilatos: se lavó las manos y dejó el asunto en manos de un Congreso que no va a hacer la tarea en los dos largos años que le dieron para pronunciarse.
Me parece increíble que la Corte Constitucional, histórica en sus fallos de avanzada en medio de la polarización, tome una decisión tibia con lo cual se prolonga el sufrimiento de los animales y hace perder más tiempo al país en una discusión tan estúpida esta de decidir si herir, atormentar y matar por goce es arte y cultura o no. ¡Sí es cultura, pero de la más perversa e incivilizada! ¿Qué tipo de presiones hay para que una Corte Constitucional como la nuestra, que tuvo en su seno a un hombre como Carlos Gaviria y ha tenido a la cabeza a una mujer tan ponderada como María Victoria Calle, vacile en algo tan claro y obvio? ¿Tan incivilizados y salvajes estamos aún? ¿Tanta crueldad hay en nuestros imaginarios colectivos? ¿Este es el mensaje adecuado en un escenario de búsqueda de paz?
El único camino que nos queda –porque no creo en que el Congreso se pronuncie pronto y en forma lúcida– es seguir levantando la voz y las protestas para que más ciudadanos hablen como alguien, asiduo a los toros en otros tiempos, a quien se le preguntó en Medellín este fin de semana: ¿Y no has ido a las corridas este año? Y respondió simplemente: “Yo ya no voy a esas cosas”. Sí, por fortuna ya pocos van a “esas cosas”. Por fortuna somos la mayoría los que creemos que hay que aplicar sin reparos la Declaración Universal de los Derechos de los Animales cuando dice que “ningún animal será sometido a malos tratos ni actos crueles”. Algo tan obvio no debería dar lugar a más discusiones.
La Corte dejó al país sin claridad jurídica como ocurrió también en el 2011 cuando no definió si la unión de dos personas del mismo sexo era “matrimonio”. Pasaron 5 años para que volviera el caso a sus manos y dijera que sí. Pero vamos a tener que mover todos los hilos para que no pasen ni uno, ni dos, ni cinco años sino que se legisle ya, de una vez por todas, prohibiendo los espectáculos taurinos, que por esta época del año se anuncian en las dos más grandes ciudades del país, las que deberían dar ejemplo de evolución moral: Bogotá y Medellín. En esta última da grima un cartel rosadito bebé que colocaron los promotores de la Feria en una de las avenidas más concurridas, la 33, en el que invitaban a la actual temporada taurina, lo que contrasta con el gran despliegue publicitario de otras épocas. Yo leo este cartel así: ¡Qué pena, pero aquí estamos, otra vez! ¡Qué pena, pero vengan antes de que esto se acabe del todo! Entonces lo que nos queda por responder es una invitación a las graderías vacías. Lo que nos queda por gritar es ¡qué pena, pero no! Colombia no va a ser más uno de los 7 países donde la tauromaquia sigue vigente.
Pidamos al Congreso por que en las aulas se inserte la cátedra de la ecología humana, para que desde su más corta edad los niños y niñas aprendan un principio que regirá su vida y llevará a la nación a la paz y al respeto: “Somos uno con el universo en su conjunto, con todos los seres de nuestra especie, con los animales, las plantas y todo cuanto existe. Cualquier daño que hagamos a esos seres vivos o inertes resonará en nuestro interior y en el mundo entero. Por eso el respeto, el amor y el cuidado a nosotros mismos y a los otros es nuestra forma de vida por siempre”. Esta es una filosofía de vida, es la única manera de entender el tema ambiental. El humano no puede seguir viéndose como superior. Si este concepto no cambia, seguiremos arrasando y arrasándonos. Trabajemos por este cambio cultural y sobrarán los debates como este que ahora nos ocupa.
PD: Retomo la noticia de la Agencia Virtual de Prensa –AVP-. “Las bancadas animalistas de Senado y Cámara de Representantes se reunirán hoy, 7 de febrero, para analizar la posibilidad de conciliar los proyectos de ley de protección animal presentados por los senadores Carlos Fernando Galán y Guillermo García Realpe y por el representante Nicolás Albeiro Echeverry Alvarán”. La idea es que el 20 de julio se radique la nueva propuesta con la anuencia de las bancadas animalistas conjuntas de Cámara y Senado para responder a lo ordenado por la Corte Constitucional.
Sonia Gómez Gómez