Cerrar
Cerrar
Ese Sí y No que nos dividen

Ese Sí y No que nos dividen

Colombia necesita ponderación y nuevos liderazgos que aglutinen porque en esta división no hay paz posible.

Para mí no es cierto que hayan ganado los de la campaña del No en el plebiscito. Para mí no ganó Uribe, ni el Centro Democrático ni Marta Lucía, y mucho menos el exprocurador Ordoñez. Para mí, esta fue una decisión autónoma del pueblo colombiano, y leerla de esta manera nos ayudará a salir de la actual encrucijada, sin echarnos culpas unos a otros.

Si vamos a ser objetivos, la campaña del No en presupuestos, en cantidad de seguidores, en ‘mojaprensa’, en publicidad pagada y demás arandelas no llegó a ser ni la mínima parte del dinero que invirtió el Gobierno en la campaña del Sí. La relación fue de uno a mil —simbólicamente hablando—. El bombardeo de mensajes por el Sí, bien hechos, bien pensados, emocionales y directo al corazón de la gente, fue una pelea de toche y guayaba madura frente a la cantidad y calidad de los mensajes del No. Y ante semejante avalancha, no es de extrañarnos que todos y todas esperáramos que el sí ganara sobrado.

Pero ni Uribe ni Ordoñez tienen tantos seguidores, ideológicamente hablando, como para haber arrastrado de esta manera a los votantes a favor de sus ideas. Basta recordar, por ejemplo, que en las últimas elecciones para alcaldes y gobernadores, Uribe fue un claro perdedor. Tampoco creo que ese No fue contra el presidente Santos, pese a que la suma de errores suyos, y entre ellos el peor de todos, la venta de Isagén, nos hizo vaticinar a algunos que el plebiscito lo perdería. Yo lo dije en mi columna en este diario antes de la nefasta venta: “Este sería un sapo que no perdonaríamos jamás los colombianos y que le cobraremos caro a su gobierno diciendo no a sus plebiscitos y demás engendros” (enero 6 de 2016; 1.938 compartidos).

¿Qué pasó entonces? La lectura que hago es sencilla: en Colombia existe el miedo real, claro y contundente de que el país repita el desastre de Venezuela, Cuba, los países comunistas, que ante la caída del Muro de Berlín salieron en bandada a pedir libertades en una Revolución de terciopelo que marcó la historia del siglo XX y de la humanidad. Yo estuve en Alemania el día que se abrieron las puertas y los del Edas libremente. Nunca olvidaré tanta felicidad. Los colombianos rechazamos tanto el ultraderechismo de Ordóñez como la mentira de un socialismo trasnochado donde el despotismo y la ‘oligarquía’ de la élite en el poder son tan abominables como la de cualquier dictadura de derecha.

En esta nueva etapa de ‘negociaciones’ sería importante que las Farc comprendan que el pueblo colombiano sí quiere la paz, pero no los quiere a ellos. Estoy de acuerdo en que nadie negocia para salir de la mesa de discusión a una cárcel. Estoy de acuerdo con el indulto y el perdón para ellos, pese a la gravedad de sus crímenes, porque la negociación tiene que ser gana gana y porque al final de cuentas todos tenemos un poco de culpa en la violencia de Colombia. Una salida posible sería el indulto y, a su vez, la muerte política para estos dirigentes que cometieron tantas atrocidades. No cárcel, pero tampoco curules a dedo para ellos. El rechazo que los ciudadanos sienten a sus conductas delictivas no es garantía de un país en paz si ellos llegan a cargos de poder en Colombia.

El país necesita una tercera vía en la cual un nuevo partido de izquierda con la presencia ideológica de las ex-Farc podría ser interesante en una contienda electoral en la cual surgieran nuevos líderes, nuevas voces, nuevos matices, inspirados en socialdemocracias que realmente han pasado el tamiz del tiempo y han demostrado sus bondades, como ocurre con algunos países nórdicos que sí tienen la autoridad moral para ser garantes de un proceso de paz, como es el caso de Suecia.

Colombia necesita nuevos dirigentes, capaces de alejarse del modelo de Cuba o Venezuela y también capaces de dejar de lado esta política corrupta que nos ha conducido a la desmoralización total. Hay que escuchar esas nuevas voces. El país que dijo No, la verdad es que no quiere a un Timochenko en el poder y jamás lo va a llevar a él, y eso lo deben entender estos personajes. Pero el mismo país que dijo No tampoco quiere a un Ordoñez ni a un señor como el actual Ministro de Hacienda, que nos hace más pobres vendiendo nuestra riqueza natural y luego nos esquilma con más impuestos. El país quizás pueda querer a un Humberto de la Calle, a una mujer como Cecilia López, a una voz que emule a Angela Merkel, quien militó en el socialismo en su juventud pero ha sido capaz de representar y fortalecer la sólida democracia alemana.

Colombia necesita ponderación y nuevos liderazgos que aglutinen porque en esta división no hay paz posible. Que así lo entiendan los unos y los otros y que pasemos esta página con nuevos rostros, nuevas ideas y sin amenazas de ruina.

SONIA GÓMEZ GÓMEZ

Más de Sonia Gómez Gómez

Llegaste al límite de contenidos del mes

Disfruta al máximo el contenido de EL TIEMPO DIGITAL de forma ilimitada. ¡Suscríbete ya!

Si ya eres suscriptor del impreso

actívate

* COP $900 / mes durante los dos primeros meses

Sabemos que te gusta estar siempre informado.

Crea una cuenta y podrás disfrutar de:

  • Acceso a boletines con las mejores noticias de actualidad.
  • Comentar las noticias que te interesan.
  • Guardar tus artículos favoritos.

Crea una cuenta y podrás disfrutar nuestro contenido desde cualquier dispositivo.