Por favor, no se entusiasme todavía. Sí, es cierto que la mayoría de las encuestas de agosto muestran que el futuro de Donald Trump se enrarece y el de Hillary se ilumina, pero de aquí a noviembre falta un largo trecho.
Por lo pronto, regocijémonos con los sondeos de opinión que alientan el optimismo de quienes rechazamos la indecencia de Trump. Según la encuesta de la Universidad del Sur de California y Los Angeles Times, Trump ha perdido apoyo entre los votantes blancos y Hillary lo ha aumentado entre los no blancos. La ventaja de Trump entre los blancos sin educación universitaria se ha encogido, mientras que la de Clinton entre los votantes con educación universitaria se ha ensanchado. Entre los hombres, la ventaja de Trump se achica, y la de Hillary entre las mujeres se expande.
Según The New York Times, la ventaja de Hillary, tanto a nivel nacional como en los estados cruciales para ganar la elección, es grande y consistente. Esto, aclara el analista Nate Cohn, no significa que ya se decidió la elección, “pero sí que la Sra. Clinton tiene un 88 por ciento de probabilidades de ganarla”. The Washington Post reporta que el equipo de Clinton ya está preparando una agenda de gobierno, con apoyo bipartidista, con temas como la reforma migratoria integral y planes para reconstruir caminos, puentes, aeropuertos, ferrocarriles y puertos.
Otro factor que documenta el declive de Trump es la confusión reinante en su campaña debida al desaseo con el escoge a la gente que lo rodea. De la larga lista de horrores asociados al candidato, destaco a su exasesor y maestro en el arte de negociar con ventaja y sin escrúpulos, Roy Cohn, el abogado consejero del siniestro Joseph McCarthy (entre este Cohn bribón y el Cohn de The NYT no hay relación de parentesco).
El primer jefe de campaña de Trump, Corey Lewandowski, se hizo famoso por defender a un cliente que solicitaba fondos federales del programa de estímulo al mismo tiempo que representaba a otro que se oponía al programa de estímulos. Fue despedido cuando las encuestas revelaron que siete de cada diez ciudadanos detestan a Trump. Su sustituto fue Paul Manafort, otro cabildero que representó a dictadores como Mobutu Sese Seko y Ferdinand Marcos y fue despedido porque el Gobierno de Ucrania dice que le pagó más de 12 millones de dólares por debajo de la mesa. Él, por supuesto, niega el pago. Luego vino Stephen Bannon, un hombre a quien Bloomberg Business Week declaró “el agente más peligroso de la política americana”, dada su predilección por inventar “conspiraciones” sensacionalistas.
El problema de fondo es que el candidato es un compendio de ineptitudes. En el mundo de los negocios Trump tiene fama de ser un estafador, y conforme los periodistas serios avanzan en sus investigaciones sobre los candidatos vamos descubriendo que, como dice The New York Times, “el imperio de Trump es un laberinto de deudas y lazos opacos”.
En términos de seguridad nacional, 50 oficiales republicanos del más alto nivel, incluyendo al exdirector de la CIA Michael V. Hayden y a John Negroponte, primer director de inteligencia nacional, firmaron una carta en la que declaraban que Trump “carece del carácter, la experiencia y los valores necesarios para ser presidente. Tanto que pondría en riesgo nuestra seguridad nacional”.
Trump tiene la habilidad del embaucador que manipula los sentimientos de la gente que se siente desplazada por las minorías y por la gente con educación universitaria. Atrae a los desesperados que sienten un enorme rencor contra todo y no saben cómo resolver su situación. Afortunadamente para Estados Unidos y el resto del mundo, la probabilidad de que Trump llegue a la presidencia es de una en diez. Esperamos que así siga.
Sergio Muñoz Bata