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¿Nuevo amanecer en Cuba?

La llegada de Biden y las medidas económicas anunciadas por el Gobierno cubano benefician al pueblo.

Sergio Muñoz Bata
En los últimos 60 años, el pueblo cubano ha sufrido toda clase de privaciones, le han faltado libertad, vivienda, y sustento. Vive en una dictadura cuyo sistema económico es un anacronismo y porque el país más rico del planeta se ha equivocado al suponer que apretando el embargo económico, el pueblo se levantaría contra los tiranos.
Desafortunadamente, el régimen dictatorial se ha sostenido y el sufrimiento del pueblo, aunque con escasos lapsos de mejoría, no ha mejorado. La historia nos muestra el largo fracaso de dos países que dicen querer el bienestar del pueblo.
En 1959, cuando Fidel Castro y sus revolucionarios tomaron el poder en Cuba, empezaron las hostilidades entre ambos países. A la nacionalización de industrias y compañías extranjeras, mayormente estadounidenses, el alza de impuestos a las importaciones extranjeras y la apertura comercial de los cubanos con la Unión Soviética, el gobierno de Dwight D. Ei-senhower reacciono reduciendo la importación de azúcar cubana, congelando activos cubanos en EE. UU., imponiendo un embargo comercial casi total y rompiendo relaciones diplomáticas con el Gobierno cubano.
Con John F. Kennedy, la hostilidad se calentó peligrosamente con la fracasada invasión de bahía de Cochinos y posteriormente con la crisis de los misiles, que a punto estuvo de provocar una guerra de consecuencias incalculables entre la URSS y EE. UU. Jimmy Carter intentó un modesto cambio diplomático que derivó en un éxodo masivo de cubanos a Estados Unidos, pero a partir de 1982, con Ronald Reagan, la relación se deterioró y no fue sino hasta 2009 cuando Barack Obama intentó normalizar el trato entre ambos países y la situación del pueblo cubano mejoró, aunque siempre modestamente.
En 2015 se reabrieron las embajadas de ambos países y se inició un diálogo que llegó a los más altos niveles de gobierno. Tras un año de la apertura, Obama viajó a Cuba y se entrevistó con el delfín del dictador en jefe. Se reanudaron los vuelos comerciales y los desembarcos de turistas americanos en cruceros; aumentaron los flujos de remesas de los cubanos en Estados Unidos a sus parientes en la isla, lo que posibilitó la expansión del sector privado y el aumento de las actividades comerciales en la isla. Se abrieron los famosos ‘paladares’, surgieron jóvenes emprendedores, y los artistas y los diseñadores de artesanías vivieron una época de moderada bonanza vendiendo sus productos a los turistas americanos que visitaban la isla.
Poco le duró el gusto al atribulado pueblo cubano. Con la muerte del dictador Fidel Castro, la ilusión de que la tensión se relajaría terminó diluyéndose y la miopía de los funcionarios cubanos de la vieja guardia impidió que se aprovecharan las ventajas que Obama les puso en la mesa para avanzar en la normalización.
La irrupción de Donald Trump en el escenario complicó aún más el accidentado panorama al restablecer más de 130 medidas punitivas para reforzar el bloqueo. Medidas que tuvieron un efecto devastador en la población y en el emergente sector privado. Por otro lado, al reducir el personal de la embajada en La Habana y expulsar a diplomáticos cubanos de EE. UU., Trump canceló cualquier posibilidad de diálogo.
Biden ha dicho que eliminará las restricciones de Trump a las remesas y a los viajes a Cuba y que procurará el bienestar del pueblo cubano y la reunificación de las familias, al tiempo que abogará por la liberación de los presos políticos y la defensa de los derechos humanos. La llegada de Biden a la Casa Blanca, más las recientes medidas económicas anunciadas por el Gobierno cubano, abre nuevos espacios al sector privado en el país y tiene el potencial de generar una situación beneficiosa para el pueblo cubano.
Sergio Muñoz Bata
Sergio Muñoz Bata
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