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Lecciones desde Brasil y Perú

Los presidentes de Colombia lucen ejemplares, al compararlos con los de otros países.

Analizar el péndulo político histórico resulta de utilidad a la hora de evaluar implicaciones de estas elecciones presidenciales. Empecemos por la desconcertante historia de Brasil bajo el derechista Bolsonaro. Su mandato (2019-2022) se interpretó, inicialmente, como un rechazo a la corrupción izquierdista de Lula (2003-2011) y su sucesora, Dilma Rousseff (2012-2016).
Recordemos que Dilma tuvo que renunciar debido a la crisis política causada por revelaciones del ‘Mensalão’ (congresistas bajo mensualidades de soborno gubernamental) y del ‘Lava Jato’. Este último conocido como “el mecanismo” (ver serie de Netflix) a través del cual se organizaba, desde Petrobras y por décadas, a 12 grandes contratistas de infraestructura, liderados por la corrupta Odebrecht.
Esa estructura lucía inatajable, pues gobiernos favorecían a contratistas quienes pagaban a congresistas y organismos de control. Pero hábiles investigadores lograron descifrar dicho mecanismo y el partido de oposición, liderado por el vicepresidente Temer, permitió que progresaran investigaciones bajo el liderazgo del juez Aldo Moro.
La justicia en Brasil poco operaba, en choque permanente de estados federales con partidos infiltrados en la Rama. Y por ello resultó admirable que se condenara a cabezas del ‘mecanismo’, aunque por delación muchos salieron libres y Lula no pagaría ni 2 de 9 años de cárcel.
Moro, elevado a “héroe nacional” como ministro de Justicia de Bolsonaro, fue acusado de parcialidad a favor del partido de oposición y altas cortes anularon el juicio. Moro terminó renunciando al descubrir que el jefe de la policía había sido removido para evitar una investigación sobre corrupción de hijos de Bolsonaro, replicando la queja de Moro años atrás frente a los hijos de Lula.

Los presidentes de Colombia (1957-2022) lucen entonces ejemplares, al compararlos con los de Brasil, Perú o Argentina (bajo supuestas democracias)

No cabe duda sobre el alto grado de corrupción bajo los gobiernos de Lula-Dilma y, sin embargo, ‘el mecanismo’ continúa tras aducirse tecnicismos casi inevitables, dada su maraña. Seguramente la impunidad también reinará para Bolsonaro.
Muchos brasileños recuerdan haber salido de la pobreza (así fuera temporalmente) gracias al programa Bolsa Familia y por ello intentarán reelegir a Lula, a sus 78 años y celebrando su tercer matrimonio. Al pueblo poco le importa que, en 2023-2026, vuelvan los “nueve dedazos de la corrupción” (Lula perdió uno en un accidente industrial, cuando trabajaba honradamente). Pero continuar por la vía populista luce insostenible para Brasil, pues su relación deuda pública/PIB ya ha llegado al 90 %, mientras que su crecimiento ha sido de solo 1 % anual en el último quinquenio, la inflación de dos dígitos pronto exigirá una tasa repo al 14 % anual y la pobreza bordea nuevamente el 45 %.
También nos llega una advertencia desde Perú, donde los nefastos efectos del populismo cruzan desde la derecha fujimorista (1990-2000) hacia la actual izquierda anárquica de Castillo. Recordemos al izquierdista Alan García de 1985-1990, arrastrando al Perú a hiperinflación, repudio de su deuda externa y masiva fuga de capitales. Fujimori intentó restablecer el orden frente a la guerrilla Sendero Luminoso y una economía colapsada, pero equivocándose al cerrar el Congreso y recurrir al paramilitarismo. Ya transfigurado, en 2006-2011, Alan derechista resultó vinculado al ‘mecanismo’ Odebrecht y, al ser descubierto, se suicidó. Así, Perú ha completado dos décadas de democracia iliberal, bajo 5 presidencias que han culminado en renuncias, enfrentan juicios o extradiciones.
Así, los presidentes de Colombia (1957-2022) lucen entonces ejemplares, al compararlos con los de Brasil, Perú o Argentina (bajo supuestas democracias); salvo por el ‘paréntesis’ de Samper (1994-1998), permeado por mafias. ¿Será que permitiremos que mancille la presidencia Petro (el de chuspas de dinero oscuro), aliado con Hernández (el falso anticorrupción que llama a apoyarlo, en connivencia con mafias que buscan inmerecidos perdones)?
SERGIO CLAVIJO
(Lea todas las columnas de Sergio Clavijo en EL TIEMPO aquí).
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