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Hora nona de Colombia

Enfrentar la hora nona es complicado cuando el populismo gobernante se escuda en ser contestatario.

Sergio Clavijo
Pensábamos que la hora de la verdad de Colombia estaría llegando más tarde, al finalizar el segundo año de gobierno de Petro. Pero no, esa ‘hora nona’ se nos ha adelantado, luego ha llegado el momento de que los principales estamentos se pronuncien acerca del país que queremos continuar construyendo.
A nivel internacional está el importante papel que deberían estar cumpliendo entidades multilaterales (FMI, Banco Mundial, BID o CAF). Estas operan como prestamistas de sus países accionistas, luego serían las primeras interesadas en asegurar la sostenibilidad en el crecimiento, ganancias en la productividad y con responsabilidad fiscal para asegurar el repago de las deudas. Ellas se autopostulan como “bancos de conocimiento global”, lo cual implicaría que, en adición a los préstamos, aportarían la experticia requerida para evitar errores en aplicación de los recursos.
Pero esta práctica es compleja de implementar frente a gobiernos populistas, pues es difícil llevarle la contraria al país accionista del banco. Los mandos medios de multilaterales que objetan dudosos proyectos del país socio arriesgan su carrera burocrática y sin apoyos del directorio son esfuerzos fútiles.
Colombia está asediada por unas erradas propuestas en salud (Petro impulsando una cuasinacionalización); en pensiones (monopolio estatal para hacerse con su caja, pero asumiendo unos insostenibles costos fiscales), y en infraestructura (alterando concesiones viales y el propio metro de Bogotá). Bajo esta hora nona de Colombia, las multilaterales deberían aplicar lecciones de su conocimiento alertando desde sus directorios sobre los serios peligros fiscales y de gobernanza que todo ello encierra.
Curiosamente, las multilaterales han pasado de dobles condicionalidades que aseguraban repago y buena aplicación de recursos al sorprendente mundo en que se aprueban grandes fondos contingentes (preaprobados) carentes de adecuados monitoreos en materia de usos y condiciones de repago.
También les ha llegado la hora nona a empresarios colombianos, con su crucial papel mediante asociaciones gremiales. Se perciben algo acorralados, evitando confrontaciones frente a un gobierno que ha logrado acallar a quienes debatían con argumentos porciones de la tributaria 2022. Es claro que con cargas efectivas (por toda fuente) cercanas al 58 % han salido mal librados aquellos interesados en invertir a largo plazo en Colombia.
Ojalá persistan los gremios que, sin amedrentamientos, exigen un diálogo técnico para aclarar los espinosos temas de la transición energética, salud, pensiones e infraestructura. Es crucial acordar gremialmente las ‘líneas rojas’ en defensa de las buenas prácticas y, además, sustentadas por la iniciativa privada contemplada en la Constitución de 1991. Se requieren ajustes en provisión de salud territorial y mejor cobertura pensional amparada por mayor formalización laboral (pero el encarecimiento regulatorio hará esto aún más difícil).
Y, por último, se tiene el papel de los partidos políticos que, entendemos, ya se han percatado de la importancia de trazar límites en estas reformas, tal como intentaron hacerlo en la tributaria. El Partido Liberal es buen ejemplo organizativo al respecto, y otras colectividades deberían emularlo a través de encuentros dedicados a pensar a fondo el país. Las cifras obtenidas y los dictámenes sobre Colombia durante el difícil periodo 2020-2023 han sido bastante satisfactorios en el contexto de América Latina, y es falso entonces el balance que dan los ministros de Salud, Trabajo y transporte sobre la necesidad de cambios radicales.
Enfrentar la hora nona de Colombia es una tarea complicada cuando el populismo gobernante se escuda en ideología contestataria. La sociedad civil, apoyada en los registros factuales y en los “bancos de conocimiento”, tiene un papel crucial que cumplir en este año 2023, en el cual nos jugamos el futuro.
SERGIO CLAVIJO
Sergio Clavijo
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