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‘Tremenda mentira que le echaron al país’

El documental ‘Bojayá, entre fuegos cruzados’ es un ejemplo de construcción de memoria desde abajo.

Sara Tufano
El 2 de mayo de 2002, la guerrilla de las Farc, en combate con los paramilitares, lanzó un ‘cilindro bomba’ sobre el techo de la iglesia de Bojayá, donde 600 personas habían buscado refugio. Por lo menos 79 personas murieron en uno de los actos de violencia más dolorosos de nuestra historia.
Los medios de comunicación de la época se encargaron de reducir este hecho a una única imagen y narrativa: la iglesia destrozada por el ‘cilindro bomba’ de las Farc. Esta ofensiva mediática fue fundamental para que Álvaro Uribe ganara la presidencia dos semanas después, pues fortaleció la consigna de “lucha contra el terrorismo” que venía agitándose desde el fin del proceso de paz del Caguán.
Esta verdad oficial empezó a resquebrajarse cuando las voces de las víctimas empezaron a ser escuchadas. A pesar de haber sido creados diferentes mecanismos para dignificar la memoria de las víctimas en medio del conflicto armado, es con el proceso de paz de La Habana que se visibilizaron sus relatos, así como las iniciativas de construcción de paz y de reconciliación que se venían forjando en sus comunidades. El documental ‘Bojayá, entre fuegos cruzados’, dirigido por el irlandés Oisín Kearney, es un claro ejemplo de este proceso de construcción de memoria desde abajo.
El líder social Leyner Palacios, uno de los protagonistas del documental, quien tuvo que salir del Chocó en enero de este año por amenazas, afirma que los paramilitares usaron a los habitantes de Bojayá como escudos humanos y que el Ejército actuó en connivencia con los paramilitares. Una de las escenas más impactantes es la declaración del general Mario Montoya: “Aquí no hubo ningún combate, aquí lo que hubo fue una masacre terrible por parte de las Farc”, dice Montoya mostrando el zapato de un niño. Palacios replica: “Tremenda mentira que le echaron al país, tremenda falsedad, pero también tremenda indignidad a la que sometieron a las víctimas”. No solo porque sí fue un combate, sino porque es muy poco probable que alguien haya pensado en calzar a su hijo a las cinco de la mañana, en medio del fuego cruzado.
Pero cuestionar de frente la verdad oficial y repetir una y otra vez que en la masacre participaron tres actores armados y no solo uno no deja de tener consecuencias. Algunos acusan a las víctimas de querer exonerar a la guerrilla de cualquier responsabilidad. Nada más falso, las víctimas de Bojayá tuvieron que recorrer un camino largo y doloroso para aceptar el perdón de las Farc. Así, no es que esa sea la versión de la izquierda, como afirma el uribismo, es la memoria de las víctimas que vivieron en carne propia la masacre.
En el documental se ve claramente el papel de Leyner Palacios como líder comunitario y entendemos por qué los líderes sociales son una amenaza para los intereses de los que no quieren que se conozca la verdad. Son una amenaza porque son testigos de los actos de violencia que ocurren en sus comunidades; porque desmienten la narrativa que el uribismo ha querido instaurar y porque conocen cuáles son las rutas de los diferentes grupos armados que llegan a sus territorios, cuáles son sus pasos y sus aliados.
A Leyner Palacios y a otros sobrevivientes de la masacre de Bojayá no les perdonan que hayan aceptado el perdón de las Farc y se hayan convertido en férreos defensores de la paz. Nunca olvidemos que en Bojayá el 97% votó por el Sí en el plebiscito, lo cual refleja el camino de sanación que esta comunidad ha decidido transitar.
Para nadie es un secreto que en el actual gobierno encontramos muchas de las prácticas de la seguridad democrática. Las interpretaciones sobre el legado de Uribe están en disputa. Algunos quisieran que las víctimas no hablaran y hacen de todo para callar sus voces. A veces existe la sensación de que la historia se estuviera repitiendo, pero la sociedad ya no es la misma: han pasado casi veinte años desde que Uribe llegó al poder por primera vez y ya no somos unos niños, ya no nos pueden ocultar la verdad. Una manera de no desandar el camino recorrido es revivir nuestra historia a través de los relatos de las víctimas. Pueblo de Bojayá, gracias por contarle al mundo lo que han vivido, gracias por ayudarnos a reconstruir nuestra memoria histórica.
Sara Tufano
Sara Tufano
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