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La historia más bella del mundo

Qué historia tan maravillosa la de Jesús, quien predicaba una palabra subversiva para esos tiempos.

Salvo Basile
Cuando Gabito decía que la realidad era más fantasmagórica que cualquier ficción, estoy seguro de que pensaba instintivamente en la historia de la vida de Jesús de Nazaret.
Mientras yo escuchaba las santas palabras del Evangelio según san Juan en el vía crucis virtual en la majestuosa plaza de San Pedro desierta, enmarcada, como en un abrazo global, por las simétricas columnas del Bernini, no pude evitar transferir en mi mente a imágenes las palabras del evangelista: qué historia tan maravillosa la del hombre Jesús, que predicaba una palabra absolutamente subversiva para aquellos tiempos: “Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que un rico entre al reino de los cielos”; un hombre que tuvo el valor de prometer el reino de los cielos a los más pobres de la tierra, de enfrentarse a la casta más poderosa de la época, los fariseos; de sacar a latigazo limpio a los mercaderes del templo.
Y qué decir de los efectos especiales de los milagros: caminar sobre las aguas, multiplicar los panes y los peces, transformar el agua en vino, resucitar a su amigo Lázaro. Y, ya hacia el final, qué escena más impactante la del proceso inicuo en la que el Nazareno viene incriminado y puesto en manos del pueblo, que prefiere salvar al ladrón Barrabas y pedir para Jesús la crucifixión, bajo la mirada indiferente de Poncio Pilato, que pasa a la historia por su cobardía.
Cuenta una leyenda urbana un episodio que aquí en Cartagena protagonizó la muchedumbre descerebrada, cuando el doctor Ospina le preguntó al pueblo si querían alcantarillado o estadio de béisbol, y todos gritaron al unísono: “Béisbol, béisbol”.
Y sigue la película con la subida al Gólgota, cargando la pesada cruz entre las ofensas y los escupitajos de una multitud delirante, alucinada. Las tres caídas del Redentor y los encuentros con Verónica, que le limpia el sudor, con el cirenaico que lo ayuda a llevar la cruz; el soldado que le infligió la herida en el costado; y le dan a beber vinagre en vez de agua, lo despojan de su túnica, lo crucifican y se juegan a los dados las pobres vestimentas.
Pero lo más cinematográfico es el final feliz, como en una superproducción hollywoodiana: el misterio de la resurrección que llena a los católicos con un mensaje de esperanza de salvación eterna. Es la historia más bella del mundo.
Salvo Basile
Salvo Basile
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