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Ser Pilo Paga

El programa Ser Pilo Paga es disruptivo y subversivo al mismo tiempo.

Rudolf Hommes
Antes de que se tome la decisión de acabar el programa de asistencia financiera a estudiosos y brillantes jóvenes de estratos bajos para que estudien en la universidad de su escogencia, es necesario volver a debatir con seriedad si esta es una decisión correcta. Las universidades públicas se quejan de que esos recursos son de ellas, que universidades como los Andes, Eafit, la del Norte, el Rosario, la Javeriana, el Externado o el Icesi de Cali se los están arrebatando, y que con la misma plata pueden educar un número mayor de estudiantes. No se le ha prestado suficiente atención a que la preferencia revelada por pilos y pilas a la hora de escoger universidades es absolutamente racional.
La universidad que ofrece las mejores perspectivas de empleo y remuneración para sus graduandos es los Andes, y la que le sigue es la Nacional. Sin duda, hay otras universidades públicas de muy buena calidad, pero ninguna compite con las dos líderes en la empleabilidad de sus egresados. Por otra parte, gracias a la tradición de rebelión que persiste en las universidades públicas, el activismo político de sus estudiantes y la agitación casi permanente a la que están sometidas, los estudiantes no se gradúan en cuatro o cinco años, sino que gastan mucho más tiempo para terminar las carreras. Esto induce un lucro cesante significativo para ellos y una carga enorme para sus familias.
Hay otras razones por las cuales los pilos prefieren las universidades privadas a las públicas, pero las dos expuestas tienen suficiente poder explicativo. Las universidades públicas podrían tratar de mejorar en ambos aspectos. Pero esto no depende exclusivamente de ellas. Seguramente van a requerir más recursos del presupuesto, y que se consolide la paz. Profesores de estas universidades observan que el talante revoltoso se ha calmado relativamente después del acuerdo de paz con las Farc, y mejoraría mucho más si se llega a una paz negociada con el Eln.
La otra crítica que se le hace al programa es que es elitista porque favorece las universidades privadas y solamente tiene en cuenta a los jóvenes con las más altas calificaciones. Ambas críticas son justificadas, pero la forma de solucionarlas no es acabarlo. Esa decisión le daría mayor peso a la igualdad que a la calidad o a la eficiencia, y no es claro que esta sea una decisión que le convenga al país.
El programa Ser Pilo Paga es disruptivo y subversivo al mismo tiempo. Es disruptivo porque rompe con una tradición que le niega a la élite intelectual de los pobres desarrollar todo su potencial. Y subversivo porque a través de ese programa se le está inyectando diversidad a la clase dirigente colombiana, que necesita con urgencia sangre nueva para que la dirección del país evolucione hacia una sociedad más solidaria, competitiva, dinámica y menos clasista. Los jóvenes de altos ingresos van a enfrentar a otros jóvenes de origen humilde que cuentan con la misma educación, pero tienen más ganas y poseen otros valores.
La disyuntiva entre financiar este programa o financiar las universidades públicas es falsa porque lo que se necesita es financiar los dos. El problema no es de clase o de justicia social, es de plata. Requiere que, además del Gobierno, contribuyan generosamente las empresas, los ricos, los privilegiados y las mismas universidades que seguirán disfrutando de este beneficio hasta que se gradúen las cohortes que están iniciando sus estudios con esa financiación. En la columna que aparece hoy mismo en diarios regionales esbozo algunas ideas que pueden servir.
RUDOLF HOMMES*
* El autor es hijo de una pila de antaño, becaria del Instituto Pedagógico y de la Universidad Nacional
Rudolf Hommes
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