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¿Seguridad ciudadana?

A las propuestas de los candidatos para mejorar esto les hace falta un elemento: el económico.

Rudolf Hommes
A las propuestas que hacen los candidatos para mejorar la seguridad ciudadana les hace falta un elemento indispensable: el económico. El problema de seguridad ciudadana no es exclusivamente un problema de policía, de judicialización, de cárceles o de reformatorios, de actitudes y colaboración de la comunidad, ni mucho menos algo que competa principalmente a generales retirados o en servicio. Todo lo anterior es muy importante, pero es de igual importancia la seguridad económica de los ciudadanos, en el sentido de que estén suficientemente protegidos por las redes de seguridad social y tengan acceso a trabajo. Esto no es solo de competencia del Gobierno central, sino que debería ser un tema prioritario para los gobiernos locales.
En los barrios más pobres de las ciudades, en donde es mayor la inseguridad ciudadana, la gente siente, con razón, que el Gobierno es muy deficiente y no tiene por esa razón interés en participar en el proceso democrático. Su desilusión los hace presa fácil de clientelistas, demagogos y de populistas de todos los colores. Este desencanto se extiende a la paz. El acuerdo de paz le presta mucha atención a lo que sucede en el campo, y eso está bien porque la sociedad tiene una deuda vigente con la Colombia rural que posiblemente se pague en el posconflicto si no logran los partidos de derecha o los burócratas parsimoniosos echarlo a perder. Pero algo que se ha olvidado es que parte de esa deuda hay que pagarla en las ciudades a los millones de habitantes del campo que fueron desalojados por la violencia o por la pobreza y han llegado a las ciudades en busca de seguridad y mejores oportunidades. Es imperativo, entonces, que se piense en un posconflicto urbano y en programas para aumentar la seguridad económica de los pobres en las ciudades, muchos de ellos provenientes del sector rural originalmente.
Un problema crítico es el desempleo, sobre todo el de jóvenes, que puede tener una incidencia muy grande en la inseguridad porque tratan de solventar su falta de ingresos con actividades criminales, frecuentemente en pandillas. Mejor acceso a programas de educación, creatividad en la oferta de estos y un mayor crecimiento económico, si se distribuyen ampliamente sus beneficios, ayudarían a reducir este problema. Pero todavía quedaría un núcleo de gente joven sin empleo a quienes se tendría que atender con proyectos de empleo temporal ofrecidos por los gobiernos locales para la realización de obras en los barrios populares, con cofinanciación del Gobierno central si se requiere.
Existe el precedente de la WPA (Works Progress Administration, o Works Project Administration después de 1939), creada en 1935 por el gobierno federal en Estados Unidos y que proveyó millones de empleos para trabajadores no calificados durante la gran recesión. La agencia operaba a nivel local en colaboración con los municipios y los estados, que aportaban entre el 10 y el 30 por ciento de los recursos, y se dedicaba a la construcción de obras públicas locales o a su mantenimiento, con excepción de un programa pequeño que empleaba a artistas, escritores, maestros y deportistas en proyectos de utilidad local. Se podría pensar que un programa de este tipo en Colombia también les daría cabida a personas mayores con esas características que podrían agenciar proyectos de educación o recreación, complementarios de la educación formal. La WPA cesó de existir en 1943, cuando la mano de obra comenzó a escasear.
Es imperativo promover crecimiento y generar mayor empleo. El programa de empleo de emergencia es una solución temporal. Hay que emprender cuanto antes las reformas estructurales y las inversiones que inducirán mayor crecimiento económico en el mediano plazo.
RUDOLF HOMMES
Rudolf Hommes
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