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Falsas verdades

La amenaza castrochavista es más bien un espantapájaros que ha creado la derecha.

Rudolf Hommes
Esta campaña presidencial está contaminada de posverdades, falsas verdades, y posiblemente hasta ‘falsos positivos’. En el análisis de este fenómeno se debe comenzar por el castrochavismo, que es el coco con el que la derecha tiene asustado a medio país, temeroso de elegir un gobernante que resuelva irresponsablemente acabar con la libre empresa, con la democracia y soborne a los militares para saquear con ellos el país y arruinarlo. Pero en Colombia ni siquiera las Farc son castrochavistas. La mayoría de ellos son comunistas. El único que podría calificar como castrochavista podría ser Petro porque tuvo a Chávez en su casa cuando estuvo desterrado; seguramente el uno aprendió del otro, y se le notó cuando fue alcalde.
A juzgar por la entrevista de Clara Eugenia López del lunes pasado en EL TIEMPO, la coalición que ella ha formado con Petro no contempla la posibilidad de incorporar a las Farc, y posiblemente ninguna otra lo haga. Clara dice que no es bueno segregarlos, pero que ellos mismos no están listos para entrar en asociaciones políticas con otros partidos porque están consolidando su propio proyecto y le quitarían al que ella tiene con Petro su condición de centroizquierda (!). Otras coaliciones seguramente piensan lo mismo. En conclusión, la amenaza castrochavista no es un peligro inminente, sino más bien un espantapájaros que ha creado la derecha para asustar tontos y tontas y convertirlos en feroces guerreristas de salón.
Los dos candidatos paisas tienen lemas que se basan en dobles negaciones. El uno ni está con Uribe ni con Santos, y el otro ni hace trizas ni risas. Ojalá los ‘ninis’ no sean ‘falsos positivos’ y veamos en un futuro que Fajardo no está muy comprometido con la paz, como lo indicaría su negativa a participar en una consulta en marzo; o que Duque vuelva risas el acuerdo de paz y trizas nuestras esperanzas de terminar con el conflicto. Sus buenos modales no garantizan que sus ejecutorias van a ser moderadas.
Si la derecha no se hubiera obstinado en mutilar el acuerdo, como lo ha hecho en el Congreso con perfidia, el proceso de paz avanzaría lentamente y la campaña se centraría en la discusión de los problemas económicos del país. El peligro claro, presente e inminente no es el castrochavismo, y mucho menos las Farc, sino el estancamiento y la ininterrumpida dependencia del petróleo, de los bienes básicos y del narcotráfico para generar empleo y estimular la economía. Si no emprendemos reformas estructurales seriamente, no se forma un consenso sobre la economía ni se ejecuta una política económica que tenga como tema central el crecimiento económico con equitativa distribución de sus beneficios, la economía seguirá estancada y dependiente de eventos como los ‘booms’ de precios de productos básicos que no se han sabido aprovechar.
El candidato que deberíamos estar favoreciendo es el que sea capaz de inculcar moderación en estas discusiones y motivar a los empresarios y demás agentes económicos a invertir en el cambio que se necesita llevar a cabo para rescatar la economía de la mediocridad, que ya ha dejado de ser ‘nadadito de perro’ y se ha convertido en ‘camarón que se duerme’.
Consolidados los principales candidatos y mocho como quedó el acuerdo de paz, lo que más conviene es que los dos bandos se contenten con lo que han logrado hasta ahora, admitan que lo de las circunscripciones para la paz lo decidan los tribunales y todos nos dediquemos a discutir cómo sacar adelante la economía y cómo crear una sociedad más amable, más justa y menos pugnaz, cumpliéndoles a las Farc, a las víctimas y al país lo que ha quedado del acuerdo y lo que puede hacer el próximo gobierno para enderezarlo. Les deseo felices fiestas y que reflexionen, por favor.
RUDOLF HOMMES
Rudolf Hommes
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