¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Suicidio

Faltan 394 cacerolazos para votar por una presidencia que no cometa los errores que nos trajeron acá

Por qué se les levanta el pueblo en la mitad de semejante catástrofe: porque, mientras los tecnócratas obsoletos debaten por Zoom si se les habrá ido la mano con la idea de gravar la comida y la vejez y la muerte en el tercer pico de la pandemia, la gente está harta de oírse sus propios gritos de auxilio. Salvo retirar esa reforma voraz, que el presidente Duque llamó “un suicidio” y luego lo cometió, los viejos jerarcas con mayúscula lo hicieron todo para atajar este paro que empezó en 2019: la Iglesia, el Gobierno, el Uribismo, los Gremios y el Tribunal no solo se confirieron una autoridad inexistente para decretar el aplazamiento de las marchas hasta cuando haya inmunidad de rebaño, sino que tartamudearon mea culpa y regañaron al Presidente como a un hijo gris cuando ya se estaban cosechando las tempestades.
Jamás les han gustado los paros, ni los sindicatos, ni los estudiantes, ni los opositores ni los periodistas, porque no los dejan “trabajar”. Al día de hoy, la página web de las Fuerzas Militares, cgfm.mil.co, define “activista” como “agitador social que actúa en medios laborales, políticos, castrenses o estudiantiles para mantener en tensión determinadas pretensiones, servir las consignas de moda y captar adeptos, por lo general ocultando su auténtica filiación y propósitos”. Los viejos jerarcas llevan años de graduar de enemigos –y de sacarles las armas, por “bárbaros”, tal como el fanatismo religioso se los enseñó– a quienes no se entreguen a sus causas a la cuenta de tres: con qué ira se vengaron del coraje que se vio el 13 de marzo de 1909, el 6 de diciembre de 1928, el 7 de febrero de 1948, el 9 de junio de 1954 y el 14 de septiembre de 1977.
Colombia es, según la ONU, el lugar más peligroso de América Latina para los defensores de los derechos humanos. Es, según Global Witness, el sitio de la Tierra en el que más matan a los líderes ambientales. Es, según el Dane, aquella sociedad maltrecha por la peste en la que 1’700.000 familias ya no comen tres veces al día. Es, según diferentes índices mundiales, uno de los países más machistas y más desiguales y más violentos para los trabajadores: 3.240 sindicalistas fueron asesinados de 1973 a 2018. Pero su clase dirigente provocadora y de pocas ideas, que desde la Ley 50 de 1990 ha estado derogando conquistas laborales y arruinando pactos sociales, sigue sorprendiéndose por los estallidos y exigiendo que no se haga política con nada: con la reforma, con la guerra, con la paz, con la salud, con el hambre, con la política, con nada.
Y, en vez de aceptar su parte en esta democracia postergada por sus gerentes y en este drama social que empuja a marchar en plena crisis de la crisis, sigue aferrándose a los infames saboteos de los encapuchados a las protestas pacíficas –“el vandalismo empañó la jornada”, se dice en los noticieros de la noche– para vararnos en la perversa fantasía de una unidad amenazada por unos cuantos monstruos.
Se está cumpliendo un año de la alarmante foto que Camilo Rozo tomó de esa fachada llena de banderas rojas, como plegarias a quien pasara por ahí, en la plaza de La Hoja de Bogotá. Ha sido un año eterno, agravado por segundo, por latido, que sí que necesitaba de liderazgo: de compasión e imaginación. Y podría uno empezar a contar los días inciertos que nos faltan, 394 cacerolazos tan dignos como el de antes de ayer, para votar por una presidencia responsable que no reedite los errores que nos trajeron acá, no grite “ajúa” ni insista en uribismos ni se extravíe en su frivolidad, pero quizás lo adulto sea reclamarle hoy mismo a este gobierno llano la tal “conversación nacional” que propuso –incluso con los colombianos que descarta– cuando aún notaba su fracaso.
Ricardo Silva Romero
www.ricardosilvaromero.com
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción