¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Jaramillo

Hay hombres como Sergio Jaramillo, que no están siendo cínicos cuando hablan de servirle al país.

Pero también hay hombres como el comisionado de Paz Sergio Jaramillo. Que no están siendo cínicos cuando hablan de servirle al país. Que no entienden la política como la industria de las elecciones o la trama de los parásitos del poder o el espejo del ego, sino como el diseño de la convivencia. Que descifran el presente porque aceptan el pasado. Que uno los ve raros porque en vez de refugiarse en la corte de algún expresidente, en vez de llegar a viejos haciendo intrigas para sus caudillos, se dedican a trabajar: trabajar es lo suyo. 
Creen en el Estado: en que un gobierno no es una toma del país. No se enfrascan en ideologías ni en venganzas ni en capitales políticos. Son prácticos cuando ser prácticos no es lo mismo que ser fríos. Cuidan sus palabras. Cumplen con las funciones de sus cargos.
El filólogo bogotano Jaramillo, de 50 años, que lo mira a uno como tratando de entenderle el español, pensó la política de seguridad democrática que arrinconó a las guerrillas, pero también el proceso de paz que desmontó a las Farc, porque lo suyo no ha sido ser un político, sino hacer política: lo suyo no ha sido prometer el fin del conflicto, sino terminar esta guerra que se nos volvió una costumbre –una guerra en medio de la cual nuestra ciudad creció, nuestro equipo clasificó a cinco mundiales, nuestra televisión dio telenovelas que siguen salvándonos de silencios incómodos– para comenzar un capítulo en el que la oración “la vida es sagrada” no sea más una obviedad ni sea tampoco una plegaria.

Es verdad que nuestra política ha sufrido megalómanos capaces de acabar con todo con tal de rescatar su nombre: Cristo y Judas al tiempo. Pero también ha habido hombres como Jaramillo

Jaramillo regresó de la academia a redactar el triunfo militar. Denunció luego la presión por las bajas en las Fuerzas Militares: los ‘falsos positivos’. Y si hizo parte de los tres últimos gobiernos que hemos tenido es porque –como ha creído en una sociedad que deje de comunicarse con violencia– no se ha dejado alinear en peleas ajenas: no ha sido un antiuribista rabioso de aquellos que vuelven uribistas a los incautos, pero, por ejemplo, en una reciente entrevista con María Isabel Rueda dejó en claro –como quien no teme a sus palabras porque solo está diciendo la verdad y la verdad solo agrede a los farsantes– que “estuvimos a centímetros de lograr un acuerdo con el expresidente Álvaro Uribe y su sector”, pero que no se alcanzó “porque era demasiado tentador para ellos construir el 2018 sobre la victoria del plebiscito”.
Ha sido tan triste Colombia que la frase “fue un buen funcionario” ha producido risa como si señalara una debilidad o fuera una ironía. Quizás sea este el momento para contar la historia de los empleados públicos que no dieron su brazo a torcer. Claro que sí: hay que seguir narrando a los saqueadores del Estado, a los narcos, a los ‘paras’, a los guerrilleros, a los soldados que ejecutaron inocentes, porque los villanos mueren convencidos de que fueron héroes, porque son más cercanos de lo que querríamos, porque son como hampones en la familia. Pero hay que contar también las tramas de los funcionarios que prefirieron renunciar a venderse, de los soldados que se negaron a cometer ejecuciones extrajudiciales, de los líderes que se resistieron a la violencia.
Sergio Jaramillo supo sacudirse el individualismo colombiano: supo hacer parte de un equipo extraordinario de abogados, periodistas, economistas, militares y políticos ajenos a los cálculos electorales. Y a todos, de Elena Ambrosi a Humberto de la Calle, los reivindicó como coautores. Es verdad que nuestra política ha sufrido megalómanos capaces de acabar con todo con tal de rescatar su nombre: Cristo y Judas al tiempo. Pero también ha habido hombres como Jaramillo. Que ahora, en otro gesto atípico en Colombia, ha renunciado a su cargo de estos siete años porque ya ha hecho su trabajo.
RICARDO SILVA ROMERO
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción