Temple
Hay que aprender a perder las votaciones, por Dios, pregúntenle al país cómo lo ha hecho.

Benditos los que no se enteran del desmadre nuestro de cada día por WhatsApp o numerales de Twitter.
No es vida esa resignación al homicidio, no, es un infierno, pero fuimos educados entre esa certeza.
No hay que tener hijos para imaginar el vacío en los cuerpos de las madres de Soacha.
El jefe del Estado no hace la guerra de Uribe, ni la paz de Santos, sino la vieja debacle.
Están jugando con armas, señores, en Colombia estigmatizar ha sido jugar con la vida ajena.
No va a servirnos otro presidente reaccionario, otro malo conocido disfrazado de bueno por conocer.
Otra victoria de la derecha es el fin de la esperanza de la Colombia que ya no se puede andar.
Vienen 72 días, de aquí al siguiente conteo, de contestarle a esta pesadilla con el realismo.
Esta campaña es un San Andresito en el que nadie sabe a qué grito mirar. Pero al menos está él.