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Peñalosa cayó en el autobombo

Peñalosa cayó en el autobombo

Me asombró escucharlo antier defendiendo, en la emisora W, la ofensiva publicitaria, a costo de miles de millones.

En la peluquería señorera ayer quedó claro que a las mujeres no les gustan los alcaldes, ni los presidentes, ni los ministros que gastan millonadas en autobombo, en darse publicidad como funcionarios. Peñalosa sacó un millón de votos para alcalde porque su imagen es de lejanísimo a las turbias comisiones, a las licitaciones a dedo y al derroche de millones en propaganda a sus ‘obras soñadas, no empezadas’, odiosa costumbre muy de moda hoy en centenas de funcionarios, gobernadores y parlamentarios.

Peñalosa es un experto en Bogotá y sus desgracias por abundancia de contratos con marrullas y funcionarios ineptos. Pero me asombró escucharlo antier defendiendo, en la emisora W, la ofensiva publicitaria, a costo de miles de millones, que autorizó bajo la simplona frase que dice ‘Yo amo a Bogotá’, que copia tontamente el gastadísimo 'I love New York'. Maricarmen, mi amiga española, me exigió que le preguntara al alcalde Peñalosa cuántos millones valen esa campaña en televisión, los folletos, afiches y cuñas radiales. Aleluya, queremos saberlo. Oficina de prensa del Alcalde: ¿cuándo me envía el datico? Espero que sea pronto. Un buen gobierno es el que no derrocha los miles de millones que recoge en impuestos.

Nos prometieron la ‘prosperidad para todos’, y nunca llegó. Nos prometieron austeridad en tiquetes internacionales oficiales, y no llegó. Nos juraron que Reficar era una empresa intachable, y el Contralor General denuncia que se ‘ripiaron’ 5.000 millones de dólares. Atérrense. Hoy, en 200 oficinas oficiales y en 300 alcaldías de Colombia hay parranda navideña alicorada, un ‘viva la fiesta’ con los impuestos.

Otro acto derrochón: salen centenares de personajes en camionetas blindadas oficiales de turismo por Colombia. Esa sí es la dolce vita, para recordarles la película con Anita Ekberg, que dichosa se lanza a la fontana di Trevi, en Roma, enrumbada con Marcello Mastroianni.

Hoy, 21, paguen la justísima prima a la doméstica, medio sueldo, que les sirve 17 horas diarias; y entréguenle al portero del edificio un billetón colorado de cincuenta mil. Lo merece; solo ganan 265 dólares al mes, menos que en Bolivia. Navidad pobretona para medio país, porque todo está carísimo. No les llegó la prometida ‘prosperidad para todos’. Pilas con los carteristas, andan en rebusque.


Poncho Rentería

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