Pasó el ventarrón del “feliz año” y se repite la película delictiva: atraco a los impuestos de ustedes y míos. Ustedes economizando mientras los pícaros, con licitaciones marrulleras, siguen derrochando. Enero del 2017 y leo que estafaron en Sincelejo 40.000 millones con falsas atenciones médicas a hemofílicos que no existieron. Allí hubo participación de doctorados en medicina, y la Academia Nacional debe expulsarlos de su cofradía o queda de alcahueta.
Hay escándalos gordos de corrupción. La modalidad perversa de licitar y ganársela facilito se repite, no obstante que el dirigente gremial Juan Martín Caicedo la denuncia en voz alta, cada seis meses, para el periodismo y el Gobierno. Sigue la orgía de robos, y al destaparse el fétido negociado de Odebrecht se descubrieron otros.
Me decía Maricarmen ayer en la peluquería que la palabreja ‘corrupción’ está muy desacreditada, muy burlada por los príncipes de la ‘corrupción’, los que en un contrato tramposo con el Estado para carreteras se ganan 30.000 millones sin despeinarse. En ese atraco siempre lleva su parte el ilustre senador que lo llevó al puesto, porque “si lo hice nombrar es para que robe para los dos y no para él solito”.
Acertó Maricarmen al decirme que el adjetivo ‘corrupto’ hay que archivarlo por suavecito, que al bandido hay que llamarlo como lo que es: un ‘bandido-atracador de impuestos’. La furia femenina subió, porque mientras las peinaban vieron en el televisor al ingeniero de Uniandes Gabriel García aceptando que recibió 15.000 millones de soborno brasileño. Hoy vive la vergüenza de ser visto como ‘un tipo que se enriqueció a lo feo’, engañando a su familia, a sus amigos, a la Cámara de Comercio de Cartagena, que lo recomendó como “brillante”.
Atérrense: Gabriel García Morales no cometió esas picardías para comprarse una vivienda; él ya tenía un buen vivir, ¿que lo impulsó? Maricarmen siguió furiosa y, en voz alta, dijo para toda la peluquería: “A mi España se la robaron toda, y como este es el país de mis nietos, exijo que a esos pillos les quiten lo que se robaron”. Muy ingenua Maricarmen. ¡Esa platica ya voló, esa platica se perdió!
Poncho Rentería