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Vanguardia cultural

Basta, tristemente, con seguir los escándalos diarios.

Paula Moreno
El sector cultural lleva semanas buscando espacios para incidir en la agenda del nuevo Gobierno. Mi columna anterior la titulé ‘Sin brújula’, haciendo referencia a la falta de prioridad de un sector tan esencial. Me uní a múltiples voces, cartas, foros, memorias, movilizaciones y reuniones que no han parado de insistir. Esa militancia cultural, que siempre he admirado, incluso se ha fortalecido con el fin de reivindicar la estatura de la cultura en los grandes desafíos que enfrenta el país. No se comprende por qué no se ha desarrollado una agenda cultural sólida y diversa, ya a pocos meses del primer año de gobierno.
Después de la columna, les dije a muchas personas que no valía la pena invertir energías tratando de convencer sobre algo tan básico; les repetía el coro de ChocQuibTown con mi optimismo trágico: “Eso es lo que hay”. Sin embargo, debo reconocer que me ha conmovido la persistencia por principios que cada vez moviliza más voces de las regiones, ya que por el efecto contagio también se estanca la agenda territorial, sentando un mal precedente en un año electoral. Ha sido esperanzador ver más sociedad civil que Gobierno agenciando cambios y proponiendo agendas. Sigue siendo demoledor que no haya un norte, pero es motivante e inspirador ver un sector cultural que se crece en uno de los momentos de mayor vacío institucional en su historia.
La cultura es el espacio, la dimensión, el tejido desde donde podemos reconstruir, repensar y proyectar los significados de nuestras sociedades, impulsándonos a buscar formas renovadas y creativas para resolver viejos problemas. En el ejercicio cultural podemos crear condiciones para moldear el espíritu de los tiempos, en una coyuntura plagada de tensiones y extremos, donde la agenda estatal sigue siendo centralista. Basta, tristemente, con seguir los escándalos diarios. El Chocó lleva periodos prolongados sin energía ni internet y nadie se inmuta, persisten en el departamento niveles de desplazamientos alarmantes, pero ese no es el tema. La atención se enfoca en las peleas bogotanas por Twitter. Con las manifestaciones culturales podemos enfrentar de manera más sistemática la desinformación y radicalización actual. En las prácticas culturales se abren espacios para superar la fragmentación permanente en que se ha convertido nuestra cotidianidad, espacios que, sin excluir los disensos, crean algunos sentidos básicos de unidad.
Desde una perspectiva de vanguardia, este momento sería ideal para actualizar la agenda cultural del país. Necesitamos inspiración, demasiada realidad nos está asfixiando, el presente parece eterno y lleno de desesperanza. En este año pospandémico nos dimos cuenta de que muchos parámetros del consumo cultural cambiaron. Por ejemplo, el caso del audiovisual, para citar tan solo una de las múltiples transformaciones que estamos viviendo. Ya las personas asisten cada vez menos a las salas de cine, los roles tradicionales de los festivales de cine se van agotando, el dominio de las plataformas es creciente, y existe una tendencia a renovar los medios de producción tradicionales, ya que de espectadores se quiere pasar a creadores y esa es una agenda que va más allá del cine tradicional. En la pandemia, la mayoría de los artistas cruzaron los umbrales del arte y la tecnología cuando no había escenarios públicos y las cámaras ocuparon un rol primordial. En este mundo que cambió: ¿cuál es la vanguardia cultural que nos estamos planteando?
Esta es una oportunidad única para pensar la práctica y la experiencia artística de una manera más integral y expansiva, renovando nuestra vida cultural. Hay tantas preguntas por contestar: ¿cuáles son las apuestas culturales para construir el futuro? ¿Puede ser el Ministerio una institución que fermente las bases culturales para el futuro? Sin duda, para eso se requiere definir el liderazgo que con visión y capacidad de gerencia nos va a enrutar hacia una nueva etapa que me encantaría denominar de vanguardia, pero el tiempo está pasando y estamos perdiendo una oportunidad valiosa para –con sentido de urgencia– expandir el potencial social, económico y poético del futuro mejor que merece el país.
PAULA MORENO ZAPATA
Paula Moreno
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