Terminó el 2020 y se sentía en el aire un cierto ambiente festivo por el 2021, como si su llegada extinguiera la pandemia, pero no ha sido así.
Durante el primer pico se tomaron decisiones con la poca información disponible sobre un virus nuevo que invadía el mundo. Desde el primer trimestre del 2020 se decretaron cuarentenas y restricciones. Aprendimos a usar tapabocas, a distanciarnos, a no vernos, a lavarnos las manos constantemente, a desinfectarnos, y el alcohol se volvió nuestro mejor amigo. Así, el primer pico del contagio se extendió a baja velocidad. Entre julio y agosto se reportaron más de 287.000 casos positivos, según el portal de estadísticas de Minsalud.
Para el segundo pico, las medidas de restricción bajaron un poco; pudimos movilizarnos entre municipios y departamentos, salir a la calle, había restricciones parciales como toques de queda, pico y cédula y horarios limitados; la diferencia radicó en que hubo más contagios en menos tiempo, cerca de 336.000 en enero, lo cual puso en riesgo la capacidad del sistema de salud y hoy es una de las principales preocupaciones. Ahora debemos prepararnos para un tercer pico de contagio, pues este virus no desaparece mágicamente. Pero ya no somos primerizos, sabemos más de él y el mundo transita hacia la vacunación. Así que ahora hay dos grandes desafíos: no solo controlar el ritmo de contagio, sino procurar que no se vayan a pique la economía del país ni la economía de las familias afectadas por los picos anteriores.
El sector privado, que es un motor de la economía, debe despegar y no será suficiente motivar la producción, que cayó 6,8 % en el 2020 según el Dane, sino que tendrá el reto de incentivar el consumo, que según los análisis del BBVA cayó 6,7 %. Lo anterior podría llevarlos a buscar esquemas creativos de oferta de bienes y servicios donde cubran los costos de producción con bajos márgenes de utilidad, en pro de iniciar la reactivación, esquemas que consideren nuevos modelos como el teletrabajo, que ayuda a reducir los costos fijos que acarrean las sedes administrativas.
De acuerdo con las condiciones económicas, el banco central posiblemente bajará las tasas de intereses, las cuales deberían ser aprovechadas por el sector financiero, en pro de sus utilidades y para financiar en el mediano plazo el emprendimiento, la inversión, el acceso a educación y hasta el consumo, con tasas de intereses diferenciales por clientes, que aumenten la cobertura de los créditos.
El sector público puede apoyar el desarrollo socioeconómico, pero se debe priorizar la ejecución de las inversiones. Según el informe de presupuesto de la Contraloría General, el gasto público puede potenciar el crecimiento económico del país en 24 %. Por ello es fundamental que los sectores que tienen más presupuesto y los que tienen más metas para cumplir en los planes de desarrollo aceleren la ejecución para el primer semestre del año.
La invitación a acelerar la ejecución se debe a que en el sector público la mayor ejecución de recursos se hace en el último trimestre del año. Si se quiere reactivar la economía, la contratación pública debe acelerarse antes de tercer semestre, inyectando recursos del gasto público y promoviendo la generación de empleo. A enero del 2021, la ejecución del presupuesto, según el Portal de Transparencia Económica, iba cercano al 4 %; en este momento va en 17 %, y de seguir así para el primer semestre ejecutará un poco más del 30 %.
En definitiva, el 2021 requerirá una conciencia colectiva de cuidado y trabajo en equipo, no tanto para volver a la ‘normalidad’, sino para vivir con una enfermedad que vino para quedarse.
PATRICIA RINCÓN MAZO
Subsecretaria técnica de la Secretaría General de la Alcaldía de Bogotá