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El fin del mundo

El fin del mundo

De la sensatez a la esquizofrenia. Trump será un infierno y lo será para Colombia.

Siente uno como si el mundo fuera a explotar y reventar en mil pedazos. Como si la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos fuera el comienzo del Armagedón y todos fuéramos a terminar asesinados. Como si Trump fuera el anticristo que llegó para descuartizarnos y apoderarse del planeta Tierra como los malvados villanos en los cómics del siglo pasado: demente, neurótico, narcisista, misógino, egoísta, lunático, racista, fascista y archi-millonario.

Trump será un infierno. Un infierno para su país, que ahora tiene en la Casa Blanca a un tipo tan desequilibrado como Hitler y tan fanático como Mussolini. Un infierno para las mujeres del mundo, que marchan por las calles de Washington protestando por sus burlas, mofas y desprecios a cuatro manos. Desprecios que comienzan por la nueva Primera Dama, una Barbie de tetas operadas y piernas largas pero sin sesos en el cerebro como les encanta a todos los machos alfa.

Trump será un infierno para los negros, a los que saca como perros de los altos cargos de la Casa Blanca y del Gobierno, para ponerlos a limpiar los baños de la oficina Oval durante esta nueva era de supremacía blanca y ya no mulata. Será un infierno para la CIA, objeto reciente de sus insultos y de su ‘ménage a trois’ con Putin y el resto de espías rusos.

Trump será un infierno para China y México, los dos países que quiere borrar de un plumazo con una guerra comercial de muros y arancelazos. Será un infierno para la Europa cuerda, esa misma de Merkel y Hollande que corre el riesgo de voltearse este año por el contagio de la extrema derecha de Norteamérica. Ni hablar del mundo árabe, al que Trump piensa borrar del mundo civilizado tachándolos a todos de terroristas islámicos o cerrándole la puerta a Palestina como Estado.

Trump será un infierno para Colombia y, en especial, para el gobierno del presidente Santos. La plata de los gringos para el posconflicto será condicionada a la reducción efectiva de los cultivos ilícitos, esos mismos que se vienen triplicando en lo últimos años bajo la mirada atónita de los gringos.

Los republicanos no comerán más cuento y la aprobación del Paz Colombia será todo menos un cuento de rosas. Con un agravante más en toda esta cosa: que el nuevo Departamento de Estado Norteamericano vive enamorado del expresidente Álvaro Uribe y su Centro Democrático. Tillerson, Rice, Brownfield, MacCallan y una larga lista de políticos y funcionarios, están con sus afectos en contra de las Farc y del presidente Santos.

Trump será un infierno para Colombia, pero aquí nos seguimos echando el cuento de que somos el mejor aliado de los gringos en este hemisferio non santo. El mundo cambió, pero el Gobierno sigue ilusamente diciéndose mentiras como si estuviera adormilado. O empieza a hacer algo ya, o la paz de Colombia se le va a estrellar contra los muros que va a levantar el imperio y su anticristo envalentonado.

PAOLA OCHOA@PaolaOchoaAmaya

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