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Más de 7.000 damnificados... por ahora

Este año se recibieron solamente 2.700 estudiantes en el programa Generación E.

Pablo Navas
Al principio de este año ocurrió una verdadera tragedia que, por su naturaleza, pasó desapercibida para el país y la opinión pública, aunque no para los damnificados. A más de 7.000 mentes brillantes, de todos los rincones de nuestra geografía y de circunstancias vulnerables, se les dijo que para su generación no había oportunidad. Que, en aras de atender otros intereses, se olvidaran para siempre de tener acceso a una educación superior de calidad. Intuyo que ni siquiera les hemos pedido excusas.
De los 10.000 estudiantes que recibía el sistema de educación superior al año a través del programa Ser Pilo Paga, se recibieron este año solamente 2.700 en el programa sustituto, denominado Generación E. Se les cerraron las puertas a 7.300 niños y niñas talentosos, quienes, gracias a su esfuerzo y al apoyo de sus padres y sus colegios, habían demostrado con su voluntad y persistencia, expresadas contundentemente en los resultados de las pruebas Saber 11, que eran merecedores de entrar a una universidad de calidad.

Tenemos que unirnos para tratar de encontrar una solución que tenga en cuenta lo que significa rechazar a estos 7.000 jóvenes brillantes y frustrar sus merecidas aspiraciones.

Una de las características de Ser Pilo Paga es que permitió a los más pilos del país utilizar la capacidad instalada existente en las universidades acreditadas, tanto públicas como privadas. Hoy, las muy buenas universidades públicas se ven obligadas a rechazar un alto porcentaje de los aspirantes. La Universidad Nacional, por ejemplo, recibe 6.000 estudiantes de 85.000 solicitudes. Es decir, les dice No a 79.000 jóvenes, lo que es otra tragedia en sí misma. Ser Pilo Paga había ayudado a aliviar esta situación solo en parte, pero con resultados muy favorables. La Universidad de los Andes, por ejemplo, recibió gran parte de estos alumnos rechazados. Este año, como resultado de la huelga estudiantil del año pasado, las universidades públicas se vieron abocadas a ofrecer tanto el semestre perdido de 2018 como el primer semestre de la cohorte de 2019, por lo que no pudieron recibir a estos estudiantes. Se sacrificó el futuro de estos muchachos por atender un problema coyuntural que no fue provocado por ellos.
Esta tragedia se hizo evidente al ver los resultados de los estudiantes de Ser Pilo Paga que empezaron a graduarse este año. Las expectativas del programa se volvieron realidades, así como los sueños de los graduandos: en el caso de la Universidad de los Andes, por ejemplo, se graduaron 80 pilos con resultados admirables, logrando que el porcentaje de los que terminaron a tiempo fuera el doble que el promedio de la universidad, y de los ocho estudiantes que recibieron el grado summa cum laude, uno fue de Ser Pilo Paga. Fue aún más evidente –emocionante y conmovedor– cuando los vimos desfilar –orgullosos, satisfechos y agradecidos– en las ceremonias de grado de la semana pasada delante de sus familias, igualmente orgullosas y agradecidas.
Es imperioso que como país enfrentemos y detengamos esta tragedia. Conscientes de las entendibles dificultades políticas y económicas que existen, tenemos que unirnos para enfrentar esta dolorosa realidad y tratar de encontrar una solución que tenga en cuenta lo que significa rechazar a estos 7.000 jóvenes brillantes y frustrar sus merecidas aspiraciones. Si pudiéramos mirar a los ojos a cada uno estos jóvenes, y verlos como individuos –con su potencial, sus sueños y sus esperanzas– y no como una simple estadística, la situación se volvería aún más angustiosa y desgarradora. Lo único imperdonable sería que esta tragedia siga pasando desapercibida y no hagamos un esfuerzo por solucionarla. Es una verdadera catástrofe para el futuro del país.
* Rector de la Universidad de los Andes
Pablo Navas
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