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El palo no está para cucharas

La unión entre Sergio Fajardo y Humberto de la Calle es necesaria, pero no es suficiente.

Por: Diego Cancino
Colombia está ante la oportunidad de elegir, por un lado, un gobierno decente, democrático y jugado con la construcción de una paz que rechace la violencia, la exclusión y las balas en política y, por otro lado, elegir un gobierno con fuertes acercamientos al atajismo, a una apuesta que rechaza la construcción de la paz antes mencionada, y que sus prácticas políticas resquebrajan las bases de la democracia. Lo que está en juego no es de poca monta: el palo no está para cucharas.
En otras palabras, Colombia tiene la posibilidad de hacer de esta democracia un cuadro renacentista con una perspectiva que convoca a la esperanza y no al miedo, y con una serie de puntos de fuga que articulan las diferentes fuerzas políticas y electorales para no entregar el país a un gobierno del “coscorrón” o del “le voy a dar en la cara, marica”.

No solo se juegan unas elecciones, se juega un modelo de país gobernado por gente decente y respetuosa de la democracia y un país gobernado por mafias e irrespetuoso del Estado social de derecho.

Humberto de la Calle, Sergio Fajardo y Gustavo Petro tienen diferencias muy fuertes: en temas de salud, de educación, del papel del Estado frente a la garantía de los derechos, hay diferencias frente a una posible constituyente; sin embargo, estas posiciones no son insalvables, insalvable sí es la posición de echar para atrás el acuerdo de paz, insalvable sí es volver a tener una tercera parte de un gabiente investigado por nexos con el paramilitarismo, o por canjear reelecciones por notarías, o por poner el departamento de seguridad del Estado al servicio de fuerzas paraestatales y al servicio de la persecución de toda voz crítica. No solo se juegan unas elecciones, se juega un modelo de país gobernado por gente decente y respetuosa de la democracia y un país gobernado por mafias e irrespetuoso del Estado social de derecho.
Los datos son elocuentes: Colombia en el 2016 vivió el año menos violento, en términos de homicidios, después de 70 años; en muchos municipios alejados de la Colombia profunda se respira esperanza y tranquilidad, y el miedo y la zozobra han disminuido. La guerra ya no es el principal problema de Colombia, tenemos un modelo de justicia transicional ejemplar que hay que aplicar incluyendo ante todo la reparación, la verdad y la no repetición. Todo esto puede reversarse y podemos volver a las masacres de Mampuján, del Salado, del Tigre, solo por mencionar algunas. Candidatos, el palo no está para cucharas.
La unión entre Sergio Fajardo y Humberto de la Calle es necesaria, pero no es suficiente; necesitamos un bloque fuerte y diverso que reúna unos acuerdos básicos alrededor de los puntos de fuga; en este bloque debe estar Gustavo Petro. Hay limitaciones legales que no se pueden desconocer, pero dichas limitaciones no impiden construir un hecho político donde el mensaje sea: la unión hace la fuerza, una unión programática, un compromiso de no agredirse, sacar y mostrar lo mejor del otro, se trata de un proyecto que debe llegar a segunda vuelta y apoyar con toda al que pase, llegue quien llegue.
Petro puede sacar lo mejor de Fajardo en temas de educación y de planeación participativa; Fajardo puede sacar lo mejor de Humberto de la Calle en términos de construcción de paz y como líder de la Constitución de 1991; Humberto de la Calle puede sacar lo mejor de Gustavo Petro en términos de lucha contra el paramilitarismo y de un gobierno que se construye a partir de la voz y necesidades de la gente más pobre. Tendríamos un candidato de tres grandes cabezas que siguen en campaña, atravesados por la transparencia y jalonados por el fenómeno político del momento que se llama Antanas Mockus. Todavía se puede construir una Colombia Humana, donde todos quepamos.
Sergio, Humberto, Gustavo: pa’l carajo los egos y juguémosnola por este país que merece gobernantes como ustedes...
¿Para cuándo el desayuno de los tres con sus equipos programáticos?
DIEGO CANCINO
* Excandidato a la Cámara por la Alianza Verde
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