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El alto costo de ser líder

Logros de organizaciones sociales vienen con un precio: amenazas que ahora son parte de la rutina.

* Columna de Víctor Hugo Moreno, presidente de la Asociación de Consejos Comunitarios del Norte del Cauca.
No hay otra responsabilidad mayor de un Estado que la de proteger la vida de sus ciudadanos. Los colombianos de todas las tendencias y procedencias debemos unirnos para exigir su cumplimiento cuando falla de una manera tan protuberante como está sucediendo ante los asesinatos sistemáticos de líderes sociales en nuestro país. Para poner un granito de arena en esta tarea colectiva, me sumo a la campaña #UnLíderEnMiLugar cediendo hoy mi columna a Víctor Hugo Moreno, quien, conjuntamente con otros líderes de la comunidad afro del norte del Cauca, sufrió un atentado contra su vida el pasado 8 de mayo. Guillermo Perry.
* * * *
Las comunidades negras del norte del Cauca trabajamos a diario por el cuidado de la vida, el territorio ancestral y las fuentes hídricas. Eso se traduce en 43 consejos comunitarios y más de 135.000 habitantes de 10 municipios que luchan contra la minería ilegal y la inconstitucional, los cultivos de uso ilícito y la construcción de nuevas hidroeléctricas que desplazarían a comunidades enteras.
Luego de casi 30 años de trabajo, las organizaciones sociales de la región podemos mencionar varios logros alcanzados gracias a la movilización social: el reconocimiento como sujeto de reparación colectiva de 36 consejos comunitarios, la recuperación de más de 3.500 hectáreas de tierras que estaban ocupadas por monocultivos de caña y eucalipto, avances en la titulación colectiva y disminución de la minería ilegal.
Otro fruto de esta lucha es la construcción y puesta en marcha del Plan de Buen Vivir del Norte del Cauca. En este documento propio que elaboramos entre 2014 y 2015 reflejamos las ideas de las comunidades negras para reparar rezagos en materia de infraestructura, educación, entrega de tierras e incluso recuperación de la lengua palenquera. A pesar de la falta de apoyo estatal, ya lo estamos poniendo en marcha con recursos propios y de cooperación internacional.
Todos estos logros han venido con un precio: las amenazas se han vuelto parte de nuestras rutinas, ya sea que lleguen a través de panfletos, mensajes de texto, llamadas, persecuciones o atentados. El mensaje es siempre el mismo: que salgamos del territorio porque somos ‘objetivo militar’; en el fondo, lo que buscan es sembrar terror para que dejemos de luchar por nuestras causas.
El pasado 4 de mayo, esas amenazas casi se materializan en la masacre de 16 líderes y lideresas de la región. Estábamos reunidos en Santander de Quilichao preparando una reunión con el Gobierno para hacerles seguimiento a los compromisos de la minga cuando llegaron unos delincuentes a dispararnos y a lanzarnos una granada.
A pesar de todo esto, sigo creyendo en el poder y la importancia de la protesta social. Ejercer este derecho constitucional es casi la única manera de lograr sentar a las instituciones del Estado colombiano para llegar a acuerdos sobre asuntos estructurales, políticos y reivindicativos.
Los 26 días de la última minga nos permitieron poner en la agenda nacional las exigencias de los pueblos indígena, negro y campesino sobre nuestra participación en el Plan Nacional de Desarrollo, y los más de 300 acuerdos firmados e incumplidos en el pasado con el pueblo afro del norte del Cauca.
Pero esa movilización también dejó ver una gran deuda del Estado con los pueblos que deben salir a reclamar sus derechos: la obligación de respetar, reconocer y rodear a las comunidades durante su ejercicio del derecho a la protesta social. Estoy convencido de que esa es una de las causas estructurales detrás de las amenazas a tantos líderes en nuestro país. Aunque los esquemas de protección nos salvaron de las balas el 4 de mayo, la mejor manera de mantenernos a salvo de manera permanente será cambiando la percepción hacia los líderes y su principal herramienta: la protesta.
VÍCTOR HUGO MORENO
Presidente de la Asociación de Consejos Comunitarios del Norte del Cauca.
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