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Los amantes del Bronx

La foto reencarnó en tremendo mural que dio vida a una desolada pared de la calle 26 con carrera 13B

“Al mundo le falta un tornillo” desde que tuvo que convertir el beso en periódico de antier y lo reemplazó por prosaicos codazos o por distantes y frías caricias de los puños.
Menos mal, hace poco este periódico nos recordó el beso que se dieron, ocho años atrás, Diana y Hernán, dos habitantes de la calle en una terraza del Bronx bogotano. Ese beso francés, atornillado, en el que las lenguas de los fugaces Romeo y Julieta se trenzan en singular combate, nos informó que no todo está perdido.
El fotógrafo de EL TIEMPO Héctor Fabio Zamora volvió historia ese beso que fue primera página en el diario. La foto reencarnó en tremendo mural que dio vida a una desolada pared de la calle 26 con carrera 13B.
Gracias, Zamora y activistas de Vértigo Grafitti, responsables de la foto y del mural.
‘El beso de los invisibles’, tituló Zamora su obra, que me recordó el beso que se dieron en Times Square en 1945 un marino y una enfermera el día del triunfo de los aliados en la Segunda Guerra Mundial.
“Se capturó un momento de humanidad en un ambiente adverso”, resumió Fidel López, director del colectivo.
El Mariscal Alzate Avendaño, que dio nombre a la Fundación que pagó la remodelación del mural, debe de estar feliz donde repose su cabeza, de la que “se cayó el pelo, pero no las ilusiones”.
Margarita Díaz, directora de la Fundación, hizo votos por que “el beso de los invisibles sea una invitación a dejarnos inspirar, amar y cuidar en medio de la cotidianidad de la ciudad”.
Mi admiración y respetos con los demás cómplices protagonistas de la foto que continuaron su rutina de invisibles sin incomodar al dueto que liberaba adrenalina y endorfinas a sus espaldas a punta de piquitos.
Son mis aventajados colegas, pues me recordaron mis épocas infantiles cuando era enviado especial a cuidar a mis tías para que sus novios no se excedieran y les dieran besos que podrían terminar en embarazos. Claro que al primer soborno en mecato, el candelero que era no veía nada.
Los dioses del amor, con Cupido a la cabeza, mimen y vuelvan a juntar a Diana y Hernán porque su amor “fue eterno mientras duró” como en el verso de Vinicius de Moraes. Felizmente, la foto de Héctor Fabio les devolvió su puesto bajo el sol.
ÓSCAR DOMÍNGUEZ GIRALDO
oscardominguezg@outlook.com
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