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Barbarella y sus dos maridos

El amor entre los tres será eterno mientras dure. Como cualquier romance.

Tal vez en protesta por la existencia de tantos acosadores sexuales que van por el mundo agazapados, sueltos, olímpicos, Barbarella Burchner, londinense, decidió casarse con sus dos gatos.
No fue un amor a primera vista. Primero se conocieron virtudes, defectos, ronquidos, cuenta bancaria. Lo usual. Se casaron cuando entendieron que eran la una para los otros. Bueno, tampoco tanto. Porque los felinos Lugosi y Spider, como sus colegas, pocón de amor. “Viven en la eternidad del instante” (gracias, Borges). Se dejan vivir y punto. El amor entre los tres será eterno mientras dure. Como cualquier romance.
Para un gato más vale ratón o lasaña (¿qué tal, Garfield?) en mano que amorío volando. O una BB que les pague luna de miel en Canarias, como sucedió en esta historia.
La súbdita británica tomó la decisión “cansada del amor de los hombres”. Traduzco el entrecomillado: Se fatigó de tanto acoso perverso del macho alfa, de tanto ‘él’ que por detentar alguna migaja de poder procura regalarse acrobacias horizontales.

Se fatigó de tanto acoso perverso del macho alfa, de tanto ‘él’ que por detentar alguna migaja de poder procura regalarse acrobacias horizontales.

BB tiene 48 años. Si no se quitó alguno. (Claro que no se pierden los años que se quita una mujer: van a dar donde alguna de sus amigas, dicen los chinos).
La noticia de este ménage à trois a la inglesa es un golpe bajo al ego del Homo sapiens. Eso de cambiarnos por dos mininos no es para poner en la hoja debida.
¿Qué tal que en represalia por tantos ‘él’" que en el mundo son, proliferaran las Barbarellas? Nuestros días estarían contados. BB, una mezcla de Chaplin con Hitchcock, se hizo leer la epístola en un sitio web que se dedica a esos menesteres. Si alguien duda, puede exhibir su certificado de ‘mártirmonio’.
Hace unos años, en la India, Bimbala Das, de 30 abriles, se casó por poder con una cobra venenosa. ¿Qué nos pasa, varones domados: así de mal estamos tratando a nuestras “dulces enemigas” que nos están cambiando por animales?
También en Bhubansewar (India), otra fémina se casó con su perro. Le dio la razón a Diógenes, quien proclamó que mientras más conoce a los hombres, más quiere a su mísero can.
Con el perdón de los gatos, estoy más cerca de Diógenes que de Barbarella. Hasta el punto de que solo acepto la reencarnación si incluye a Yiya, la french poodle que nos acompañó 15 años.
ÓSCAR DOMINGUEZ GIRALDO
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