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Política, fútbol y racismo

En el debate político, entre nosotros, también se acude al mensaje racista.

Hay una ola de indignación con ocasión de los actos de segregación racial de que ha sido víctima Vinícius Jr., el famoso jugador brasilero del Real Madrid, quien sistemáticamente ha sido blanco de insultos en el último año en los estadios españoles, por razón de su color. El más reciente episodio ocurrió esta semana en un partido de la Liga contra el Valencia, en el cual fue atacado con gritos racistas.
Las reacciones de rechazo no se hicieron esperar. No solo en el ambiente del balompié mundial, por parte de directivos, entrenadores y jugadores, sino también por las autoridades judiciales españolas, quienes en buena hora indagan a los xenófobos por el delito “de odio”. Inclusive, en medio de la cumbre del G-7, el presidente Lula da Silva instó a las autoridades mundiales de este deporte para impedir que “el fascismo y el racismo se tomen los estadios”.
No creemos que a través de la criminalización de estos fenómenos antisociales se logre contenerlos, en pleno siglo de los derechos humanos. Es un asunto cultural. Con el enorme poder de convocatoria del fútbol, este incidente es una gran oportunidad para que se avance en una acción global permanente de concientización y rechazo frente al racismo. La humanidad debe comprender, de una vez por todas, que en la sociedad contemporánea no hay tolerancia para los actos de segregación, por razón del sexo, de la condición social o del color.
Lo que sería inadmisible es que la campaña en curso sea simplemente episódica. El racismo en el fútbol es cosa vieja. A comienzos de los años 90, por ejemplo, nuestro entrañable entrenador de fútbol Pacho Maturana firmó contrato como director técnico del Real Madrid, después de renunciar a la asamblea constituyente, a nombre del M-19. Sin embargo, el profesor Maturana nunca ejerció el cargo. Se ha especulado mucho sobre las razones. Algunos conocedores afirman que se le hizo mal ambiente por su color, en una época en la que el Real Madrid no tenía un solo jugador afro.
El mismo Maturana recuerda un hecho similar con Freddy Rincón quien, después de jugar en Corinthians, Palmeiras y Nápoles, fue contratado como jugador del Real Madrid en 1995. Allí, nuestro mediocampista jugó poco y tuvo una experiencia opaca, por razones que se asocian al racismo que vivió en su oportunidad como mediocampista merengue. Aún se recuerda que cuando se hizo público el fichaje de Rincón, el estadio Bernabéu amaneció pintado con grafitis en su contra. En uno de ellos se leía: ‘Un negro en el Madrid es un blanco perfecto’.

Entre nosotros, la segregación racial tiene alcances legislativos. Según la Ley 70/93, la población afro no tiene derecho a la propiedad individual, como cualquier otro ciudadano

Entre nosotros, la segregación racial tiene alcances legislativos. Según la Ley 70/93, la población afro no tiene derecho a la propiedad individual, como cualquier otro ciudadano. Dicha ley impone la propiedad colectiva para las comunidades afros, de manera que el Estado no les puede adjudicar baldíos en forma individual, respecto de predios que han sido objeto de ocupación colectiva. Algunos académicos lo justifican sobre la idea de que son pueblos que comparten una historia común y conservan unas prácticas tradicionales de producción. Lo que francamente es un pretexto, porque lo mismo puede predicarse del pueblo mestizo o blanco. Esta forma de propiedad constituye un mecanismo de dominación esclavista, que se ejerce a través de los denominados consejos comunitarios, cuyos directores terminan por esta vía subordinando a sus pueblos, por lo cual son objetivo permanente de los grupos armados al margen de la ley. ¿Por qué impedir que miembros de dichas comunidades puedan aspirar a ser propietarios? ¿Por qué se emancipan?
En el debate político, entre nosotros, también se acude al mensaje racista. Se ha llegado al extremo de llamar ‘simio’ a doña Francia, lo que es repudiable. La crítica a la Vicepresidenta debe hacerse por su arrogancia, por su provocación, por su incapacidad para gobernar y porque goza con el boato emergente y con el derroche del dinero público. ¡Pero nunca por su raza!
Taponazo. El 26 de marzo de 2022 dijimos en esta columna que Colombia no se merece el modelo de salud de Venezuela... ¡y vamos por ese camino!
NÉSTOR HUMBERTO MARTÍNEZ NEIRA
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