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¿200 años gobernados por los mismos?

Se han alternado políticas diversas, contradictorias en sus filosofías, en sus métodos y propósitos.

Una de las frases famosas más repetidas es que “la primera víctima de la guerra es la verdad”. El primero que lo dijo fue Esquilo (hace unos 2.500 años), pero desde entonces se ha escuchado con frecuencia. Churchill la complementó pidiendo guardaespaldas que la protejan de las mentiras asesinas.
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Nuestra campaña presidencial cada vez más se parece a una guerra, y eso parece haber dado licencia a algunos para matar verdades. Algo que se dice, y se repite, es que llevamos 200 años gobernados por los mismos. ¿En serio?
Pretender en una corta columna demostrar la falsedad de ese lema lo obligaría a uno a caer en mentiras parecidas al resumir en pocos caracteres dos siglos de historia republicana. Así que opto por traer solo unos pocos ejemplos indicativos.
Empecemos por el principio. Entre 1811 y 1821 se escribieron en Colombia quince constituciones. Unas, federalistas; otras, centralistas; en todo caso, no las mismas. Los personajes dominantes fueron Nariño (centralista) y Jorge Tadeo Lozano (federalista). El primero derrocó al segundo, los dos fueron fusilados en la reconquista.
Inmediatamente después de la independencia, los gobernantes más notables fueron Bolívar y Santander. En el Congreso de Angostura, Bolívar promovió un régimen con presidente vitalicio y Senado hereditario; el Congreso en Cúcuta se inclinó por una república democrática y liberal con votación popular (limitada). Son bien conocidos los desencuentros entre los dos grandes líderes, quienes definitivamente no eran lo mismo.

Me parece difícil decir con tranquilidad que, por ejemplo, José Hilario López, Tomás Cipriano de Mosquera y Alfonso López Pumarejo fueron lo mismo que Mariano Ospina Rodríguez y Laureano Gómez.

Desde 1812, nuestros libros de historia registran 9 guerras civiles bien diferenciadas, además de violencia partidista entre 1903 y 1958, y un conflicto armado interno que empezó en 1960 y no se ha acabado del todo. Esas guerras y conflictos produjeron cambios serios en los gobiernos. Se alternaron políticas muy diversas, contradictorias en sus filosofías, en sus métodos y en sus propósitos. Tiene uno que hacer maromas retóricas para suponer que todas esas contradicciones violentas se dieron entre “los mismos”.
Un caso para señalar fue la victoria de los liberales radicales, que con la Constitución de 1863 aprobaron liberalización absoluta de la educación, voto para las mujeres, matrimonio civil y divorcio (todo derogado después), libertad de cultos, confiscación de los bienes de la Iglesia y expulsión de los jesuitas. Este periodo fue seguido con un triunfo conservador y la escritura por Rafael Núñez de la Constitución de 1886, bastante conservadora y que, entre otras cosas, devolvió la tutela de la Iglesia sobre todos los actos civiles y la educación.
Hablando de nombres, me parece difícil decir con tranquilidad que, por ejemplo, José Hilario López, Tomás Cipriano de Mosquera y Alfonso López Pumarejo fueron lo mismo que Mariano Ospina Rodríguez y Laureano Gómez, o que todos ellos fueron lo mismo que Gustavo Rojas Pinilla. Solo digo que no fueron lo mismo.
En la lista de alcaldes elegidos popularmente en Bogotá, hay personajes ‘extraños’ como Antanas Mockus, un matemático hijo de inmigrantes lituanos, quien fue reemplazado por Paul Bromberg, un físico hijo de inmigrantes judíos. También fueron alcaldes Lucho Garzón, del Polo Democrático Independiente; Samuel Moreno y Clara López, del Polo Democrático Alternativo (PDA); Gustavo Petro, del Movimiento Progresistas, y Claudia López, de una alianza entre los ‘verdes’ y el PDA. No sé cómo encapsular a esta lista en una definición de los mismos.
Con estos retazos de historia solo quiero decir que la afirmación de que “llevamos 200 años gobernados por los mismos” no tiene ningún sustento. Quien la repite por ignorancia es un ingenuo o un fanático, quien la usa intencionadamente para generar un sentimiento que lo favorezca electoralmente nos está engañando.
MOISÉS WASSERMAN
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