¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Zanahoria sin garrote

Con tanta zanahoria y tan poco garrote, los criminales preferirán vivir sabroso en la selva.

Mauricio Vargas
Entre aciertos significativos y desaciertos graves, culmina el primer mes de gobierno del presidente Gustavo Petro. Al regresar al país y a estas páginas dominicales de EL TIEMPO tras un año de ausencia, encuentro que el mayor acierto, sin duda, es la designación de José Antonio Ocampo como ministro de Hacienda. Defensor riguroso del equilibrio fiscal y de la salud monetaria, en cuya búsqueda el país lleva décadas comprometido, de seguro Ocampo sabrá moldear con el Congreso una reforma tributaria más ajustada a la realidad que el proyecto original. Hay que rodearlo y apoyarlo.
Entre los desaciertos, hay varios, pero uno destaca por su gran dimensión y por el peligro que entraña: la cacareada “paz total”, donde, con pocos distingos, el Gobierno pretende meter casi en el mismo saco al Eln, a los restos de las disidencias de las Farc –en buena hora mermadas por la administración anterior– y a las bandas criminales.
En el caso del Eln, el gran interrogante es si sentarse a la mesa con los viejitos jubilados de esa guerrilla –que viven en Cuba y otros vecindarios, y hace tiempo no disparan un tiro– servirá para algo: olvida el Gobierno que dicho grupo anda ahora en manos de una generación más joven, menos política y más criminal, menos nacional y más federalizada, como es posible deducir del reciente informe de la Fundación Ideas para la Paz. Con dificultad, esos jóvenes –dichosos con sus negocios criminales– reconocerán lo que acuerden en la mesa sus antiguos y encanecidos jefes.
En el caso de las otras bandas, el problema no radica siquiera en la ingenua generosidad de ofrecerles un amplio abanico de beneficios –no extradición, rebaja de penas, sentencias alternativas a la prisión– a semejantes bárbaros que masacran campesinos, reclutan menores, violan niñas y amenazan a poblaciones enteras para imponer regímenes de terror en sus zonas de influencia. Cree el Gobierno que la sola oferta de tan jugosos premio servirá para convertir a estos sanguinarios en almas arrepentidas.
El problema real es que, de entrada, el Gobierno ha renunciado a las medidas represivas que, aplicadas con persistencia y rigor, son las únicas que podrían empujar a estos asesinos a someterse a la Justicia. Desde inicios de la administración de César Gaviria hace más de 30 años, los gobiernos ensayaron estrategias que mezclaban atractivos beneficios con una represión tan disuasiva que animaba a los criminales a entregarse. Hablo del viejo pero efectivo binomio de ‘zanahoria y garrote’, que permitió desmantelar, en buena medida, los grandes carteles narcos de fines del siglo pasado.
El Gobierno –y ese es el lío– parece haber renunciado a casi todo el garrote. La fumigación de los cultivos de coca está fuera de la agenda, de modo que hay que dar por descontado el crecimiento del área cocalera en los meses venideros. Y en cuanto a nunca bombardear campamentos de bandas criminales cuando haya informes sobre la eventual presencia de niños, tan cándido anuncio del ministro de Defensa, Iván Velásquez, debe de haber llevado a esos grupos a abrir verdaderas guarderías en sus cambuches en la selva: qué torpeza.
Sin herramientas represivas como esas, las bandas van a campear a sus anchas, con más dinero, más armas y más poder: si el negocio va tan bien, ¿para qué lo van a dejar? ¿Para qué someterse a la Justicia? El presidente Petro se animó a extraditar a ocho de decenas de extraditables que esperan en las cárceles. Un mensaje –al menos uno– de garrote. El enredo es que para los que andan libres, matando y traficando, la amenaza de extradición solo resultará creíble si ven al Gobierno en capacidad de capturarlos. Tanta zanahoria y tan poco garrote los harán sentir cada día más fuertes y más difíciles de coger. Y seguro preferirán seguir en sus campamentos, viviendo sabroso.
MAURICIO VARGAS
mvargaslina@hotmail.com
Mauricio Vargas
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción