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Caos y pesimismo en la obra de Aronofsky

'La ballena' es la lucha agónica de una de sus criaturas dolientes.

Mauricio Laurens
Graduado en Harvard, miembro del American Film Institute, Darren Aronofsky —53 años, originario de Brooklyn—, acierta desde sus comienzos como realizador lucidamente oscuro y perverso. El acontecimiento, su ópera prima de hace 25 años: Pi, con figuración destacada en la historia del cine independiente norteamericano. Es que Aronofsky posee una mirada peculiar en siete de sus filmes inquietantes de mayores o menores complejidades mentales.
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La ballena (The Whale, 2022). Drama humano de rasgos confusos e intimistas, a partir del punzante guion adaptado por Samuel Hunter de su pieza teatral original. Procesos narrativos e interpretativos de puesta en escena del hombre bueno con sobrepeso que padece una enfermedad crónica, resiste sus impedimentos físicos y no supera el duelo de un amante suicida en su retiro voluntario de ansias comestibles. Paciente casero, pesado en exceso, soporta crisis respiratorias y trastornos circulatorios; desconcertantes sus relaciones interpersonales, sea con la hija adolescente que no conocía, la exesposa intolerante o la enfermera confidente que funge de fiel servidora.
Brendan Fraser, en el cuerpo grasiento y voluminoso del personaje intervenido, desata la solidaria compasión de quienes temen un inmediato desenlace fatal y las reacciones desalmadas de alumnos a distancia al descubrirse en cámara quien promueve los relatos fabulosos de Moby Dick, la ballena blanca. Vida privada dificultosa, con algo de humor negro: “Si me vas a clavar el cuchillo, hija mía, debes saber que mis varios centímetros de grasa impedirán tocar órganos vitales”. Fraser, con papada, está muy cerca del Óscar.

'The Whale' redime y libera un alma pesimista poblada de temores e incomodidades, con la reflexión profunda del estado anímico sufriente.

Pi, el orden del caos (1998). Película de bajísimo presupuesto, filmada en el vecindario de su nacimiento. Pi, matemático paranoico, construye un computador casero en busca del significado del número que… “desbloqueará los patrones universales hallados en la naturaleza” y…. las claves para descifrar el caos. La Cabalística, ciencia que estudia misterios sobrenaturales o del más allá, y la Numerología canalizada hacia logias o sociedades secretas del corazón financiero de Wall Street, en busca del enigma de la existencia misma y de riquezas asentadas en la Bolsa de Valores. Película bizarra, delirante y críptica, encerrada en sí misma, vuelta cinta de culto por cine-clubes estudiantiles y video-tiendas.
Réquiem por un sueño (2000). Certera descripción de las adicciones consumistas que afectan a la sociedad estadounidense, con ritmo vertiginoso y contundencia visual. Por cuanto la drogadicción en cadena recae sobre los miembros de una familia empeñada en ser feliz, se impone cierta mirada cruel, aunque espontáneamente sincera en torno a la realidad circundante. Retrato de la vida cotidiana en terrenos de Manhattan, siendo una de las ironías sociales más agudas e implacables de comienzos de siglo realizada por fuera del conservadurismo de Hollywood. Un talento precoz, que domina las imágenes fragmentadas en constante movimiento, exploró sin recato las turbulencias emocionales y una que otra tesis preocupante de dimensiones arrolladoras.
El luchador (The Wrestler, 2008). Mickey Rourke personifica y encarna la decadencia de una mole humana, de un perdedor, que día tras día ve cómo se desmorona material y espiritualmente su carrera de luchador profesional. Certera radiografía de la decadencia física y moral de una exestrella que atraviesa problemas de salud y debe sortear dificultades afectivas para afrontar la pelea definitiva y ganar el respeto de su única hija. Retrato descarnado de un hombre vulnerable, quien habiendo conocido el éxito veinte años después deberá enfrentarse a la realidad de su lamentable estado psicosomático. El autor ahonda en la progresiva degradación corporal del austero personaje y nos pinta signos alarmantes de fatiga, falta de coordinación cerebral y un marcado vacío afectivo que agrava sus dolencias.
El cisne negro (Black Swan, 2010). En una prestigiosa compañía neoyorquina de ballet, su director artístico pretende extraer el lado oscuro de una bailarina enfermiza lindante con el caos. La pesadilla culmina con la posición fetal de sus víctimas en medio del drama de una sala de cuidados intensivos. Toques nerviosos e intermitentes, con primerísimos planos extraídos de la televisión publicitaria: vasos sanguíneos, pupilas dilatadas, carruseles de símbolos y desbarajuste de ideales colectivos. Natalie Portman respondió al cuadro sicótico de una esquizofrénica paranoide y autodestructiva, entre obsesiones manipuladoras e impulsos sadomasoquistas en atmósferas opresivas y no pocas veces repulsivas.
Al revisar la fracasada y anodina Noé (2014) se evidenció cómo su rica imaginación se contradecía en caprichosas divagaciones. Para Madre (2017), con trastornos y emociones extrañas de diversas índoles, la expresiva Jennifer Lawrence se rodeaba de un jardín artificial con su arrancado corazón en la mano. En parajes góticos la mente distorsionada de una dama que creía ver cosas raras, primero entre sus vecinos y luego por extraños visitantes. Es que la Lawrence traslucía desconcierto, fastidio y complejos de tendencias persecutorias, pero sin definir si era miedo sobrenatural o angustia metafísica.
Sostuve, hace cinco años, su idea central del caos e hice una temerosa premonición: “se teme la decadencia de alguien tan fenomenal como Aronofsky”. Pero The Whale redime y libera un alma pesimista poblada de temores e incomodidades, con la reflexión profunda del estado anímico sufriente expuesto por este gran autor del cine intimista contemporáneo.
MAURICIO LAURENS
Mauricio Laurens
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