Para los artistas músicos, la necesidad de estar en el escenario tocando sus instrumentos es tan indispensable como respirar. Su vocación, su oficio y la vida misma son una unidad.
La energía que circula por cada eslabón de la cadena productiva de un concierto a partir del compositor y su obra, los ensayos, la presentación en vivo y, finalmente, la explosión entusiasta que en el alma colectiva crece al escuchar la música y se manifiesta con los aplausos. Todo esto es un gran alimento de lo que tanto escasea: la cultura y el humanismo.
Pero la pandemia reta la creatividad y la estimula. Se destacan iniciativas internacionales que están sucediendo con originalidad y sentido social. En La Fenice, el gran teatro de ópera veneciano en Italia, se atreven a jugar bonito. Su escenario renace convertido en una gran góndola. El limitado público presente autorizado en sus palcos con lo primero que se encuentra es con una barca que ocupa toda la platea, similar a la que lo trasportó hasta la puerta principal de entrada. No más imaginarlo ya emociona, porque la música que desde allí suena es otro medio de transporte: el de la sensibilidad y la belleza sonora.
Entre nosotros llegan gratas noticias sobre la presentación que se hará de la ópera ‘Gianni Schicchi’, de Giacomo Puccini, basada en un episodio de la ‘Divina comedia’, de Dante. Una ópera cómica en un acto, con interpretes colombianos, en el Teatro Mayor de Bogotá. Muy pertinente escogencia para el mes de noviembre, porque, aparte de la maravillosa y exigente partitura, es la oportunidad para conocer y escuchar a nuestros talentos, gracias a lo facilitado por lo digital. Se prevé el encuentro de los artistas y el público con todas las medidas bioaseguradas contra el covid-19. Las versiones ‘on-line’ de los espectáculos del Teatro Mayor son excelentes. ¡No se las pierdan!
Por otra parte, se anuncia la iniciativa empresarial de algunos jóvenes cantantes líricos colombianos: Ópera Nova Colombia. Utilizarán las plataformas digitales para darse a conocer en un formato virtual a través de redes sociales y extender masivamente sus iniciativas musicales. Apoyando su ilusión, energía y diligencia para captar público nuevo, les decimos: ¡bravo!
Por iniciativa de la directora de la orquesta mexicana Alondra de la Parra –bello talento y bello nombre–, treinta reconocidos músicos de diferentes nacionalidades que viven en distintos países crearon La Orquesta Imposible.
Con un enfoque de apoyo social a algunas fundaciones mexicanas que trabajan por el bienestar de madres agobiadas por la violencia familiar, por la escasez de alimentos, solteras y niñas violadas en estado de embarazo, esta directora de orquesta, con solistas tan extraordinarios como el violinista ruso Maxim Vengerov, la dirige a pesar de todas las dificultades que supone el distanciamiento social y, en este caso, geográfico. El piano de cola suena en el garaje de un edificio en Nueva York.
Con el apoyo de expertos ingenieros de sonido, graban uno a uno, bajo la precisa batuta de la directora, sus respectivas partes que se reúnen y se mezclan con una armonización impecable, respetando las directrices de cada obra interpretada.
Han recogido hasta el momento 300.000 dólares para apoyar las causas sociales, esencia de la razón de ser de esta imposibilidad artística que los medios digitales hacen posible. Con una voluntad inquebrantable, esta agrupación hace música, que es lo que por vocación y profesión conocen mejor, y aportan a las comunidades necesitadas.
Así somos los músicos: queremos dar lo mejor, porque amamos al prójimo con nuestro arte.
MARTHA SENN