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Nada justifica las violencias contra las mujeres

En el país seguimos buscando justificaciones para los feminicidios y de otros actos violentos.

Martha Ordóñez
Conmemorar el 25 de noviembre es importante y necesario para enviar un mensaje contundente sobre la necesidad de un cambio cultural profundo que nos permita superar la cultura machista y patriarcal que ha convertido en objeto la vida de las mujeres, naturaliza y normaliza las violencias que las afectan y les transfiere la culpa de esa violencia.
Las mujeres son señaladas y responsabilizadas por hacer o no hacer. Si un hombre las agrede en la calle, se dice que tal vez fue porque lo provocó; si responden un acto de agresión, se tildan de violentas. Solo hay que hacer una revisión de algunos de los casos de violencia contra las mujeres que se han hecho públicos para hacer evidente esta situación.
Recuerdo el feminicidio de Claudia Johanna Rodríguez en un centro comercial de Bogotá. Se la culpó por no averiguar los antecedentes penales del feminicida. Tenemos el caso de otra mujer en Ocaña, Norte de Santander, sometida a severos maltratos por su pareja; antes de que se conociera su caso, pasó por el sistema de salud como una enferma mental, sin una corroboración de este diagnóstico; solo bastó la confirmación de su agresor para hacerla pasar por loca.
En el cubrimiento periodístico también está presente esta naturalización de las violencias de género. Como ejemplo, tomemos un reportaje sobre una mujer víctima de violencia de pareja y de desplazamiento que se tituló ‘La historia de la mujer que vive la violencia como costumbre’; aplicando el corrector periodístico, debió titularse “el continuo sometimiento de la violencia en la vida de una mujer”. La costumbre en casos de violencia hacia las mujeres socialmente envía el mensaje de ‘aguanta porque le gusta’, y esta idea arraigada no permite comprender las razones por las que una mujer se mantiene en una relación violenta.

Cada 25 de noviembre es una oportunidad para reiterar el compromiso de cero tolerancia social e institucional frente a las violencias contras las mujeres.

Así mismo, referirse a los feminicidios como crímenes pasionales o crímenes por celos es igual a ignorar los avances jurídicos acogidos por el Estado. No es admisible justificar las violencias contra las mujeres bajo ningún supuesto.
En el país seguimos encontrando justificaciones para el caso de los feminicidios o de otros actos violentos hacia las mujeres. Retomando el cubrimiento informativo, lo vemos en las notas periodísticas cuando se desvían del delito y fijan su mirada en la mujer, en su conducta o comportamiento, y en los peores casos se realiza una sobreexposición de los hechos que deja a los feminicidas o agresores en segundo plano o incluso desapercibidos.
Esto no es otra cosa que la manifestación latente de las relaciones asimétricas de poder entre los géneros, donde las mujeres y todo aquello que se considere femenino es subvalorado. Al nacer, la clasificación de los cuerpos en la sociedad marca un lugar específico para mujeres y hombres. Esta clasificación se soporta en estereotipos, sesgos y valoraciones asociadas a los roles de género, y ubica a las mujeres en el mismo lugar, el de la sumisión, la culpa y la responsabilidad.
Estereotipos que en muchas ocasiones se refugian en la excusa del amor, idea reforzada, a su vez, por opiniones públicas, estrategias publicitarias o producciones de televisión, cine y la música.
Mi intención no es generalizar en el caso de los medios de comunicación ni promover la censurara. Quiero llamar la atención sobre la necesidad de transformar estas representaciones sociales. Cada 25 de noviembre es una oportunidad para reiterar el compromiso de cero tolerancia social e institucional frente a las violencias contras las mujeres. Esta es una invitación a la reflexión, a nombrar el delito, a respetar la dignidad y autonomía de las mujeres. Este es un paso fundamental para reparar y reivindicar el nombre y la memoria de las mujeres víctimas. Al mismo tiempo, es una invitación para trabajar sociedad y Gobierno, articulados, con solidaridad y en red, para prevenir y poner fin a las violencias contra las mujeres.
MARTHA ORDÓÑEZ VERA
* Consejera Presidencial para la Equidad de la Mujer
Martha Ordóñez
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