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Se caen los nuevos ‘falsos positivos’

El derecho operacional del Ejército no contiene impulso ni directriz para cometer esas barbaridades.

Debo confesar que me conmovió profundamente la historia de Chérfor, un humilde patrullero de la Policía que perdió las dos piernas, mutilado por una mina antipersonal. Fue al que el Presidente se bajó a saludar el 20 de julio. Hoy, José Fernando Carvajal maneja dos prótesis que le devolvieron su habilidad de caminar. Cuando el periodista de ‘La Noche’ le preguntó por qué aparecía siempre tan sonriente, dio una respuesta desconcertante: “Porque perdí las piernas, no los dientes, y por eso los tengo que mostrar”.
En un momento del programa reproducen imágenes en las que el grupo de erradicadores de Chérfor estaba siendo hostigado a bala por el Eln. “Estábamos muy limitados”, explicó. “Nos disparaban desde las casas, y a nosotros nos prohíbe el DIH dispararles a las casas”.
Quise empezar con un pedacito de esta historia porque este fin de semana se conoció el informe encargado por el Presidente a la Comisión Presidencial de Excelencia Militar, compuesta por los doctores Gómez Méndez, Yepes Arcila y González Cuervo. Sus miembros se centraron en estudiar las normas que regulan las operaciones de combate, la evaluación de resultados, y los incentivos y beneficios, para averiguar si de allí podía deducirse la afirmación de que el actual comandante del Ejército estaba ordenando el doble de muertos en combate, solo cumplible recurriendo a los ‘falsos positivos’.
Desde el 5 de junio hasta el 10 de julio, sus miembros se entrevistaron hasta con el gato. Acore, Comisión Colombiana de juristas, Inspector de las FF. AA., Cruz Roja, Tribunal Penal Militar, Ministerio de Defensa, madres de Soacha, el Fiscal, la JEP, los generales Mario Montoya y Óscar González, con el padre De Roux, con la Cancillería, y enviaron sendas preguntas al director de Human Rights Watch.
La primera conclusión, sorprendente, porque muchos en el país no la conocíamos y otros se niegan a creerla, fue corroborar que el derecho militar colombiano actual está absolutamente adherido a la doctrina de los derechos humanos y del Derecho Internacional Humanitario, lo cual hace no muchos años era un tema totalmente subversivo. De ahí el ejemplo de Chérfor: a él podían estar disparándole a matar desde el interior de una vivienda, pero él no podía defenderse al revés.
Pero vamos al meollo: ¿tiene ‘The New York Times’ razón cuando dice, respaldado luego por la revista Semana, que actualmente hay directrices del Ejército que conducen a revivir la era de los ‘falsos positivos’?
Conociendo la idoneidad jurídica y moral de los miembros de la comisión, creo en su conclusión. Y esta es: “Las conductas criminales en que incurrieron a comienzos de siglo miembros armados de la Fuerza Pública, como actos de abuso de poder o indebido de la fuerza o, aún peor, homicidios fuera de combate presentados luego como resultados operacionales, no encuentran asidero en el derecho militar entonces vigente y no lo encontrarían en el que rige en la actualidad, como tampoco en vacíos u omisiones del derecho operacional. Por el contrario, tienen inequívocamente el carácter de transgresión a este complejo normativo, estrictamente apegado al principio de legalidad”.
Es decir que no es que hubiera habido o haya instrucciones para que los soldados vayan a matar el doble de gente y luego la disfracen de guerrilleros. Sino que con los ‘falsos positivos’, los estándares de respeto de los derechos humanos fueron gravemente transgredidos. Desde 2012, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos ya no habla de ‘falsos positivos’, sino de homicidios que aún no se han esclarecido (creo que sería el caso Dimar Torres) pero que carecen, aparentemente, de la connotación de asesinatos de civiles para hacerlos pasar por guerrilleros en combate.
Hasta el año 2008 se cuentan más de tres mil ‘falsos positivos’. Pero a partir de ese año, en que el presidente Uribe y su ministro de Defensa Santos sacaron a una cantidad de generales y oficiales, encabezando así, con un acto ritual muy contundente, el repudio nacional, no ha habido ‘falsos positivos’ que se hayan podido identificar como tales; sino abusos del poder militar y crímenes aislados por fuera de un designio, cosas graves pero distintas.
También dice el informe: “Los contenidos polémicos del ‘Formato de planeamiento de objetivos 2019’ y de las ‘Cincuenta órdenes de comando del Ejército 2019’ no promueven ‘per se’ la ocurrencia de falsos positivos”. Pero, por prestarse a equívocos, la comisión celebra su retiro o derogatoria.
Conclusión: el derecho operacional de nuestro Ejército no contiene el impulso ni tampoco la directriz para cometer esas barbaridades. Luego las versiones periodísticas que eso sugirieron son interpretaciones que fueron escogidas temerariamente.
Entre tanto... ¿Será que con esto se salva el general Nicacio?
MARÍA ISABEL RUEDA
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