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Cuidado con la ‘tutelatón’

En esta emergencia universal no puede primar el interés de una persona o grupo familiar.

Cuando se supo que el Presidente preparaba visita a la Corte Constitucional, para explicarle los decretos de vacunación, algunos analistas saltaron a advertir que cuidado, que la Corte se podría molestar, interpretándolo como una injerencia.
Qué visión tan miserabilista. Mientras el alabado presidente Biden, en las primeras horas del estreno de su cargo, se apresuró a expedir sendas órdenes ejecutivas dirigidas a un “esfuerzo de guerra” para combatir la pandemia, aquí estamos apostándole a que la Corte se ‘delique’ por una visita respetuosa del Presidente ante semejante emergencia. La Constitución habla de separación de poderes, pero también de colaboración armónica. Y por lo que sé, así lo entendieron sus magistrados. Quienes ojalá, en la primera tutela que seleccionen relacionada con el tema, lo cual podría ocurrir en sala del 29 de enero, fijen los parámetros de las tutelas para que no se usen para colarse en la lista de prioridades.
El viernes ya se habían presentado diez tutelas. La primera se interpuso ante el juez 5.º de familia de Barranquilla, para exigir que a un grupo familiar lo vacunaran de primeras. El juez sensatamente argumentó que eso violaba el derecho a la igualdad de los demás colombianos.
Que ocurra una ‘tutelatón’ alrededor de los turnos de vacunación es absolutamente predecible. Ya Freddy Machado, presidente de Asonal Judicial, dijo que no se puede prohibir el acceso a la justicia, pero añadió algo que puede desatar la tal ‘tutelatón’: “El decreto de vacunación no permite conocer todas las variables para determinar si se han violado los derechos fundamentales”. ¿Entonces, a buscar el cupito en las prioridades?
Ellas se han fijado con un criterio científico. El recurso, la vacuna, es escaso y de abastecimiento gradual en todo el planeta, por ahora. Incluso, Pfizer ya ha incumplido sus compromisos con Europa. No hay más remedio que organizar racionalmente su aplicación, bajo algún criterio sustentable. ¿Qué tal el país peleándose a cuchillo limpio la vacuna en las puertas de los hospitales? Por favor.
Claro, hay opiniones que difieren de los criterios escogidos para tales turnos. Como que se debería comenzar, no por los más viejos, que ya vivieron y tienen una fecha de caducidad más cercana a los jóvenes, que son económicamente activos y con mayores expectativas de vida.
Hay también quienes no están incluidos en el primer grupo, pero creen que por trabajar de cerca con gente sana y no sana –como puede ser desde un profesional de la salud no covid hasta el conductor de un vehículo de transporte público o incluso el policía del cuadrante– deben tener prioridad.
Hay que escoger un orden… El Gobierno ya lo hizo y sería desastroso desbaratarlo a punta de tutelas.
Claro, no faltará un juez que conceda alguna, argumentando que está de por medio el derecho fundamental a la vida. Pero, vamos a la filosofía.
Este es un problema de alcance mundial. Hay que extender en esa dimensión el problema conceptual y fáctico del contagio y su contención. En ese marco, Colombia, como Estado, como Nación, como sociedad, tiene una responsabilidad con el mundo, cuya histórica magnitud política y social desborda la significación del simple alcance sanitario local. El gran conjunto humano del planeta está amenazado. La conducta de cada una de las sociedades que lo componen tiene un impacto en ese conjunto. En esta emergencia universal no puede primar el interés de una persona o grupo familiar, enmarcado en sus derechos fundamentales. Los derechos individuales no son absolutos. Cuando entran en conflicto con los colectivos, hay que utilizar la ponderación, que es la que justifica organizar turnos de vacunación.
Además, los jueces no son elegidos popularmente. Para eso las democracias tienen sus instancias que sí lo son, llamadas a tomar esas decisiones de alcance general. Pero en Colombia, el populismo se ha ido apoderando de todo, incluida, por desgracia, la tutela. Que lo jurídico no se vuelva un impedimento para la vacunación. Justificadamente ya tuvimos que cambiar parámetros legales internos, como el que prohibía invertir recursos públicos en asuntos experimentales, como estas vacunas.
Si permitimos que una ‘tutelatón’ nos altere la administración de la vacuna, cuando hay otras amenazas en ciernes como la ineptitud de la gestión pública y, cómo no, la corrupción, el veredicto de la historia será implacable. Y no solo en vidas.
Entre tanto... Grave equivocación de las Farc conservar ese nombre para su partido. La repetirán si no lo llaman Partido de la Rosa, nombre que entra por los ojos con su logo. Insisten en llamarse los comunes, cuando son lo menos común del país…
MARÍA ISABEL RUEDA
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