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La Zarina

Laura Sarabia confiesa que no descarta que un día quiera ser Presidenta de Colombia.

En una interesante y muy reveladora entrevista que hizo en EL TIEMPO la excelente reportera María Paulina Ortiz a la jefa de gabinete, Laura Sarabia, los enigmas acerca de la personalidad de Gustavo Petro no se resolvieron. Se aumentaron.
¿A qué horas saltó ella de su primer trabajo, en la UTL de Armandito Benedetti, a convertirse en la persona más poderosa de este gobierno, incluso por encima de la propia esposa del Presidente, Verónica Alcocer?
Laura se lo atribuye a su obsesión con el proyecto petrista, ante lo cual incluso antepone el interés por encima de la atención a su esposo y a su pequeño hijo. Se la pasa al lado de Petro, como dice ella, 24/7. Sus detractores dicen que el poder que ha acumulado es demasiado. Pero ella responde estar “jugada” a los deseos del mandatario. En tres palabras: es su sombra, su confidente y su consejera. No niega que su poderoso papel les puede estar dando muy duro a pesos pesados de la política como Roy, Benedetti, Velasco y Mauricio Lizcano, este último, a quien precisamente Laura disolvió hasta extraditarlo al Ministerio de Comunicaciones.
Lo curioso es que ese cargo de jefa de gabinete no la pone ni por encima de los ministros, ni la vuelve ministra de Estado.
La estructura de la Casa de Nariño, como la conocíamos tradicionalmente, tenía dos columnas vertebrales: el secretario privado del presidente y el secretario general de la Presidencia, que con el tiempo se transformó en Departamento Administrativo de la Presidencia (Dapre).
El primero en romper el esquema fue el presidente Santos, cuando designó a Néstor Humberto Martínez “superministro”, cuyas funciones no distaban mucho de las del director del Dapre, corticas para su alcance y eficiencia; Santos tenía a una eficiente colaboradora, María Lorena Gutiérrez, que conocía de “pe a pa” el Estado. Con sus famosos semáforos que calificaban la eficiencia de los ministros, pasó entonces a ser consejera de Santos, porque desde luego, Martínez lo abarcaba todo y no se soportaban entre sí.
La figura de “jefe de gabinete” es extraña. No existía hasta que se la inventó el expresidente Duque para otra eficiente mujer, María Paula Correa, quien tuvo tanta cercanía con él como Sarabia con Petro. Antes se usaba la secretaría privada para que quien la ocupara actuara como el famoso “dueño del computador”: ya sabemos refiriéndose a qué.
Pues esa misma estructura de Duque la conservó el actual Presidente; y en su cargo, que existe pero no existe, aunque tenga un nombre con mucho pedigrí, “jefe de gabinete”, Laura Sarabia se ha convertido en la única puerta que es posible golpear para tener un contacto con Petro.
De hecho, María Paulina Ortiz cuenta en su entrevista que las oficinas de ambos están separadas por pocos metros, con visual total. Laura salta como un resorte cuando el Presidente sale de la oficina. Se le pega como chicle.
Lo que revela todo este episodio es que el poder en un gobierno presidencialista como este, no lo da el cargo, sino el acceso y la cercanía que se logre tener con el Presidente. Y Laura lo tiene todo.
Pero sigue siendo un misterio por qué. La leyenda dice que Petro llegó a comprender las dimensiones de su lealtad uno de esos días en que se “perdió”, y la única que sabía de su paradero era Laura, quien mantuvo el secreto como una tumba. Luego vino lo de su eficiencia y liderazgo, en cuyas capacidades la jefa de gabinete se gradúa muy por encima del de las vacas sagradas de la política y del petrismo.
La diferencia entre una María Lorena Gutiérrez y una Laura Sarabia es que mientras Santos no necesitaba que lo cuidaran, sino que lo complementaran con eficiencia en sus funciones, Petro sí necesita que lo cuiden. De su carácter explosivo y grandes improvisaciones, Laura, con gran desparpajo, revela que con el Presidente no da por perdida la pelea de que se desmovilice de Twitter. Dudoso que lo logre.
No niega el costo de haber cambiado una vida de bajo perfil por esta, donde ella aparece en cuanta circunstancia, país o mandatario con quien esté Petro, lo cual le ha implicado muchos sacrificios. Como “soportar que me digan guerrillera, o la moza del Presidente”. Para su tranquilidad, no creemos que sea ni lo uno ni lo otro. Por obvias razones.
Sí nos queda sonando el final de la entrevista. Laura confiesa que no descarta que un día quiera ser Presidenta de Colombia, porque “soy una enamorada de este país”.
Por lo pronto, el que reciba una próxima llamada de Laura Sarabia, prepárese: o lo botaron de su cargo o lo nombraron en alguno. Gustavo Petro ya no gasta tiempo en esas llamadas...
Entre tanto... La integridad, caballerosidad y lealtad a las ideas de Tele Pedraza lo hicieron especie extraña a la política colombiana. Sus amigos lo vamos a extrañar.
MARÍA ISABEL RUEDA
(¿Es suscriptor de el EL TIEMPO? Lea la entrevista exclusiva a Sarabia aquí: Habla Laura Sarabia, la mujer más poderosa en las entrañas del gobierno de Petro)
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