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El nuevo impulso con Estados Unidos

El cambio de embajador por fin está dando sus frutos ante la llegada de Juan Carlos Pinzón.

María Emma Mejía
Se cumplen nueve meses de la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca y la situación, lejos de ser favorable, se hace más crítica ante las fracturas internas del Partido Demócrata y la oposición de los republicanos en el Congreso. En esa misma forma, el Gobierno de Colombia ha tenido dificultades para avanzar en la agenda bilateral debido a las susceptibilidades que provocó la intromisión del Centro Democrático en las pasadas elecciones.
Lo que parecía imposible algunos meses atrás, ahora es una realidad: Colombia y Estados Unidos están dando un nuevo impulso a la histórica relación bilateral, como era necesario. El cambio de embajador por un veterano de las relaciones con Washington por fin está dando sus frutos ante la llegada de Juan Carlos Pinzón y la reciente agenda del Presidente en Estados Unidos a pesar de las enmiendas impulsadas por la representante demócrata Alexandria Ocasio-Cortez, que buscan limitar la cooperación en materia de derechos humanos y drogas, ejes centrales en la agenda del gobierno americano.
Este escenario es más positivo para Colombia si se tiene en cuenta que la visita del secretario Blinken el próximo 20 de octubre transmite un mensaje de tranquilidad y reafirma el compromiso ineludible entre las dos naciones, a menos de un año de conmemorar el bicentenario de las relaciones diplomáticas. En 2022 las democracias más antiguas del hemisferio celebrarán dos siglos de alianza estratégica a través de una agenda de cooperación sustentada en el beneficio mutuo y en el diálogo. Este hito, sin lugar a dudas, será la ocasión perfecta para recordar los orígenes de una historia común y de gran peso geopolítico en medio de una región que decidió sepultar el multilateralismo.
La visita de Antony Blinken coincide con el agravamiento de una tragedia humanitaria sin precedentes en el país. La desbordante llegada de migrantes africanos, cubanos, haitianos y venezolanos da cuenta de la necesidad de un trabajo más cercano con USAID y con su directora, Samantha Power, quien ha enfrentado los retos de la crisis migratoria en el Triángulo del Norte y cuya cercanía con Colombia desde su paso por Naciones Unidas podría ser elemental para atender esta situación.
No menos importante, en medio de este contexto, es que Colombia y Estados Unidos, además de verse entrelazados por las problemáticas que los afectan, se encuentran inmersos en un escenario regional donde la democracia ha dejado de existir y el Estado de derecho es apenas opcional. Los resultados de las próximas elecciones en Nicaragua y Venezuela seguramente prolongarán la supremacía política de dos regímenes con los que Colombia comparte frontera y profundizarán en la desarticulación regional. América Latina no está teniendo un buen siglo XXI y el diálogo entre naciones está dividido por un muro de Berlín que construyó el populismo. En efecto, las democracias que se niegan a desfallecer a menudo se enfrentan con ‘outsiders’ y tiranos que amenazan con repetir el ciclo político de otros países.
Frente a esta crítica situación, Colombia y Estados Unidos están llamados a dar un paso más allá de la agenda sobre drogas de estos últimos 21 años. Ojalá que, en este proceso, la vicepresidenta Harris, quien tuvo todos los pronósticos a favor para desarrollar una excelente gestión y ahora se encuentra en medio de las críticas por su ausencia, pueda desarrollar una agenda más determinante ante el Congreso.
Finalmente, es prioritario que para la Cumbre sobre Democracia que se celebrará en el mes de diciembre, Joe Biden pueda llegar con el respaldo de republicanos y demócratas, antes de que esta situación tenga mayores repercusiones en las relaciones con Colombia, la piedra angular de la integración en América Latina.
MARÍA EMMA MEJÍA
(Lea todas las columnas de María Emma Mejía en EL TIEMPO aquí).
María Emma Mejía
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