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La pifia del caballero

Muchos de nuestros abuelos crecieron con la idea de que el acoso sexual estaba bien.

El pasado 16 de diciembre publicó Antonio Caballero en Semana una columna titulada 'Acoso', donde minimiza las denuncias que han hecho decenas de mujeres víctimas de acoso y abuso sexual. Esas denuncias valientes les han costado el cargo y la reputación a numerosos altos ejecutivos en Estados Unidos, empezando por Harvey Weinstein. Afirma el columnista que “hay que estar muy enfermo o hay que ser muy idiota para exaltarse así con esas cosas”, y se refiere a las denunciantes como “mujeres repentinamente quejosas” y a los medios que han hecho eco a sus denuncias como “medios de comunicación populacheros”.
También entra, incluso, en defensa de Trump y dice: “¿Van a tumbar al presidente de los Estados Unidos por haberse jactado de que muchas mujeres, al saberlo rico y famoso, se dejaban “agarrar por el coño”, lo cual sin duda es cierto?”. Comete, además, la imprecisión de afirmar que “están acusando a Donald Trump de abusos sexuales porque alguna vez les tocó el culo o les pellizcó una teta”. A Donald Trump no se lo acusa de violación por “tocarle el culo” a una mujer. A él se lo ha acusado de violación e intento de violación en tres ocasiones, literalmente por abusar sexualmente, no por agarrarle los senos en un descuido.
Las otras denuncias sumadas a la de abuso sexual incluyen acoso sexual y manoseo, todas ellas consideradas delito en Estados Unidos. Pero Caballero peca al decir que un toqueteo no es violación, tergiversando de forma irresponsable las denuncias hechas en contra de Trump y de tantos otros depredadores sexuales.

La columna 'Acoso' es, en sí, un ataque al altísimo porcentaje de mujeres que han sido víctimas de violación sexual, de acoso sexual, de manoseo.

Sorprende, sobremanera, que un columnista reconocido por su rigor investigativo, por su progresismo, por su humanismo y por su agudeza y sensatez haya caído en semejante caricatura del típico macho latino que se carcajea de su propio machismo rascándose la panza con una mano y agarrando una garrafa de aguardiente con la otra. La columna 'Acoso' es, en sí, un ataque al altísimo porcentaje de mujeres que han sido víctimas de violación sexual, de acoso sexual, de manoseo, no solo en el contexto de Estados Unidos –donde se enfoca su columna– sino de Colombia, donde los ataques contra las mujeres son pan de cada día.
Pero su actitud ofensiva no sorprende: el acoso sexual no siempre fue delito. Muchos de nuestros abuelos crecieron con la noción de que estaba bien darle un par de bofetadas a la esposa que no se portara bien y se daba por hecho que siempre estaría dispuesta a tener relaciones sexuales. Por ende, es comprensible que en la generación de Caballero todavía sobrevivan algunas de estas alimañas anacrónicas. Fue hace tan solo 43 años que un grupo de activistas de la Universidad de Cornell le puso nombre a ese comportamiento de los hombres contra las mujeres y se fortaleció la legislación en contra del “acoso sexual”.
De modo que si bien Caballero fue punta de lanza de la revolución de izquierda en los años 70, no deja de ser parte de esos cachacos de raca mandaca, convencidos de que toda denuncia de abuso sexual o acoso es pura paranoia de “mujeres quejosas”. No es el propósito de esta columna convencerlo de lo contrario, él es libre de pensar lo que quiera al respecto, pero debe saber, eso sí, que el abuso sexual y el acoso son delito desde hace más de cuatro décadas. Si quiere estar a favor, minimizarlos, bien pueda, como hay gente también que considera justo robar o invadir una propiedad privada.
Ojalá que recapacite porque la clara chabacanería de una columna llena de imprecisiones lo deja muy mal parado, no porque tenga o no tenga derecho a ser machista; allá él, sino porque, sin saberlo, terminó defendiendo con su falta de rigor investigativo a un hombre acusado de violación.
* * * * *
Dejo aquí el espectro de acusaciones en contra de Donald Trump según las leyes estadounidenses para quien esté interesado en saber un poco más al respecto.
Mala conducta sexual: abarca un rango de comportamiento utilizado para obtener gratificación sexual en contra de la voluntad de otra persona o a expensas de otra. La mala conducta sexual incluye el acoso sexual, la agresión sexual, el abuso sexual y cualquier conducta de naturaleza sexual sin consentimiento, o que tiene el efecto de amenazar o intimidar a la persona contra la cual se dirige dicha conducta.
Incluye:
Acoso sexual: intimidación o coerción de naturaleza sexual, o la promesa inoportuna o inapropiada de recompensas a cambio de favores sexuales. En la mayoría de los contextos legales modernos, el acoso sexual es ilegal.
Agresión sexual: es un acto sexual en el que una persona es forzada físicamente en contra de su voluntad. También se define como el contacto sexual no consentido de una persona. La agresión sexual es una forma de violencia sexual que incluye violación (penetración vaginal, anal u oral o asalto sexual facilitado por drogas), manosear, abuso sexual infantil o la tortura sexual de la persona.
Abuso sexual: comportamiento sexual no deseado, ni autorizado, pero impuesto por la fuerza de una persona a otra. Cuando la fuerza es inmediata, de corta duración o infrecuente, se llama asalto sexual.
Manoseo: tocar o acariciar a otra persona de forma sexual no deseada con las manos. El término generalmente tiene una connotación negativa en muchas sociedades, y puede considerarse agresión sexual.
MARÍA ANTONIA GARCÍA DE LA TORRE
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