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Estupideces

Estupideces

Mi opinión superficial es clásica de alguien que no tiene idea de lo que está hablando.

Bien me aconsejaban hace días que uno no debe dejar que le pregunten cosas por más de una hora porque corre el riesgo de agarrar demasiada confianza y embarrarla. No sé si esto se aplique para todo el mundo, pero, sin duda, para mí sí.

En una larga charla con mi admirado Juan Esteban Constaín para un programa en vivo por internet, uno de los ciberespectadores se refirió a los autores latinoamericanos; transcribiré exactamente algo que dije, para que los entendidos en literatura sientan vergüenza ajena y me acaben de rostizar ahora mismo en esta parrilla pública. “Leo más a los escritores europeos, o sea, a los que les enseñaron a escribir a los de acá, porque su estilo es como una roca; el autor latinoamericano, en cambio, es un poquito más ligero, más folclórico”. No faltarán los que compasivamente también me perdonen esta, pero verlo escrito arde, se lo juro, sobre todo lo de “folclórico”. Seguí muy tranquilota divagando, hasta que otro de los asistentes virtuales, un escritor muy reconocido además, me preguntó: “¿No le da vergüenza, Margarita?”. La verdad, sí, y mucha. Tanta que luego lo busqué entre la espesura de Facebook para darle las gracias por lo bien que le había caído a mi insolencia su pregunta.

Mi opinión superficial es clásica de alguien que no tiene idea de lo que está hablando. Una impresión tan burda y generalizada sobre un hecho literario tan sólido, diverso y contundente, como ha sido precisamente el estilo innovador y universal de nuestros monolíticos escritores latinoamericanos, es la prueba de una ignorancia no solo atrevida, sino muy dolorosa. Mis amigos benevolentes me dicen: “Tranquila, no se dé látigo con eso, la gente se olvida”. Pues, al menos yo no me olvido, porque si tanto respeto el arte de escribir, más me vale reconocer semejante imprudencia. No trataré ahora de suavizar mi metida de pata nombrando a los escritores latinoamericanos (por supuesto colombianos) que me han maravillado, porque, curiosamente, ha sido así a pesar de mi pobre apreciación. (¿Qué me pasó?)

No es pecado sentirse más a gusto leyendo a ciertos escritores o un género literario en particular, lo que me parece muy peligroso a la hora de sentenciar sobre un tema que requiere conocimiento profundo como la literatura es hacerlo sin un criterio instruido. De lo contrario será inevitable, como en mi bochornoso caso, terminar diciendo estupideces.

Margarita Rosa de Francisco

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