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Poder elevar cometa

El hampa está desatada. Todos estamos expuestos, grandes y niños. Se necesitan acciones firmes.

Luis Noé Ochoa
Alguien me dijo que había que ser positivos. A mí, por estos tiempos la palabra ‘positivo’ me produce nervios. Y eso que soy O positivo. Pero al elegir los temas para esta columna me daba negativo.
Sara Sofía, la bella niña de dos años y ojos azules como el cielo, la niña de mis ojos, que debe ser la de los de todos, sigue desaparecida. Mañana se cumplen seis meses de la escalofriante noticia. Y uno no sabe qué más decir, aparte de pedir que no se abandone su búsqueda.
Y piensa uno en los niños: pero también da negativo. La JEP dijo que las Farc reclutaron a más de 18.000 menores. Vaya responsabilidad que tienen los exjefes en Everfit de contar la verdad en semejante atropello. Lo positivo es que esto es fruto del acuerdo de paz. Sin él seguirían el reclutamiento y las muertes y todas las demás tropelías de la guerra. Pero hay otros grupos que siguen en la infame tarea y toca evitarlo.
El Mintic celebró un contrato –los que celebraron fueron otros– con la firma Unión Temporal Centros Poblados y le adelantó $ 70.000 millones –buena platica– para llevar internet gratis a varios departamentos, a los niños de estratos bajos. Viva Colombia. Pero se dice ahora que unos vivos estaban conectados y que las garantías parecen ser falsas. Por la señal caída, de la santa cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, rezan hoy los niños. Y líbranos, Mintic, de todo mal.
Hoy pienso, luego insisto, en esta Bogotá a la que hemos migrado todos, la ciudad que nos acoge y nos da oportunidades. Y recordaba viejos agostos que el viento se llevó, cuando íbamos con nuestras cometas, hechas en familia, o entre amigos de cuadra, con cola de camisas viejas, a las zonas verdes que ahora son edificios de apartamentos, a lanzarlas a ver si superábamos la altura de Monserrate.
Tengo en mi recuerdo a unos padres que una tarde no lograban que su niña viera volar su cometa. Fue con la ayuda de un agente de la policía como aquella niña, de unos 7 años, echó a volar su felicidad y su ilusión de tener alas e ir a las nubes, porque eso es una cometa. Así dizque empezaron Richard Branson y Jeff Bezos.

Muchas gracias, patrullero Sabogal. Y ya que hablo de niños, él deja dos, de 8 y 10 años, a quienes no dejará de acompañar a elevar sus cometas.

Aquellos eran tiempos en que el policía, que era el cuadrante con las empleadas de servicio, era más respetado, tal vez porque se enseñaba cívica y urbanidad. Hoy todo ha cambiado, pues el que vuela es el odio. Los policías son atacados, asesinados, tratan de incendiarlos. Ya dije que quise ser militar y no serví porque tengo el cerebro plano, pero respeto a quienes visten el uniforme. Y, claro, condeno a quienes lo deshonran.
Y duelen casos como el del vil asesinato del agente Humberto Sabogal Soto, este miércoles, cuando intentaba hacer una requisa y los bandidos les dispararon a él y a su compañero. Murió un patrullero ejemplar, de 41 años, lleno de felicitaciones. Lo que quiere decir que fue un servidor de la ciudadanía, que debió de salvar bienes y vidas, y quien ofrendó la suya en el cumplimiento de su misión. Muchas gracias, patrullero Sabogal. Y ya que hablo de niños, él deja dos, de 8 y 10 años, a quienes no dejará de acompañar a elevar sus cometas.
El hampa está desatada. Todos estamos expuestos, grandes y niños. La familia. Se necesitan acciones firmes, hacer inteligencias, más policía y unión entre Fuerza Pública y ciudadanía, cuya mayoría quiere a su Policía. En todo caso, la vida, el poder salir a caminar, a trabajar, es un derecho. Todas las autoridades tienen que poner de su “parte”, como dicen los policías de tránsito. Hay que tener valor civil, el civil, pero también el Estado, porque las ciudades, no solo Bogotá, están tan inseguras que da miedo echar cometa, no sea que un ladrón salga de una nube y se la robe. Y que haya justicia pronta, pues a veces siente uno que hay ‘impunidad de rebaño’.
LUIS NOÉ OCHOA
luioch@eltiempo.com
(Lea todas las columnas de Luis Noé Ochoa en EL TIEMPO, aquí)
Luis Noé Ochoa
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