¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Los niños perdidos en la selva

El Twitter es peligroso. Estamos en un mundo en que meter el dedo es meter la pata.

Luis Noé Ochoa
Escribo esta columna bajo una incertidumbre que asfixia. No por la situación del país, que también, sino porque a esta hora, cuando en Guaviare se despierta la selva, cuando se desperezan los osos perezosos y la neblina se eleva como una sábana al viento, más de 150 comandos de las Fuerzas Especiales de nuestro Ejército, que buscan día y noche –gracias–, aún no encuentran a los cuatro niños indígenas que al parecer están con vida, luego del accidente aéreo de una avioneta el pasado 1.º de mayo.
(También le puede interesar: Ya no está mamá)
Allí perdieron la vida Magdalena Mucutuy Valencia, indígena muinane y madre de los cuatro niños; Herman Mendoza Hernández, líder indígena uitoto, y Hernán Murcia Morales, el veterano piloto bogotano de la aeronave, cuyos cuerpos fueron rescatados este jueves.
Como aquí las nubes grises no nos dejan ver el sol, habían pasado más de 15 días en los que cuatro niños, sí, cuatro, Lesly Mucutuy (13 años), Soleiny Mucutuy (9 años), Tien Noriel Ranoque Mucutuy (4 años) y Cristin Neriman Ranoque Mucutuy (11 meses), al parecer caminan por la selva, de la mano de Dios, en medio de serpientes, jaguares, hambre, sed, soledad y miedos.
Son cuatro niños, entre ellos un bebé de 11 meses, perdidos por más de 15 días en la jungla, y aquí, en la selva de cemento y las alfombras del odio y la polarización, en medio de reformas que se pupitrean y endulzan –y que tal vez después se caerán–, no había conmoción nacional, los niños no eran tema de conversaciones y motivo de solidaridad y oraciones de todo el país, como debía de ser. ¿Qué nos pasa?

Tengo fe en que en este país seamos capaces de conmovernos más por cuatro niños perdidos en una selva, no sea que los que estemos perdidos seamos nosotros como sociedad.

Nuestro Ejército trabaja, y las familias de los muertos y de los niños pasaban su angustia casi solas. Pero trinó Petro, dicen que por información del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. “Después de arduas labores de búsqueda de nuestras Fuerzas Militares, hemos encontrado con vida a los 4 niños (...). Una alegría para el país”, dijo el mandatario lo más de contento. Se nos aguaron los ojos. Pero después se nos aguó la fiesta, pues no era verdad. No se habían encontrado los niños, lo que encontraron fue un oso, como dijo el caricaturista Guerreros.
Se entiende la emoción de dar una noticia como esta. Pero, con todo respeto, como dicen los borrachos, Petro, que pide rigor a la prensa, debe saber que sus trinos son la voz del Presidente la República. La investidura de jefe de Estado conlleva una majestad, una prudencia y una responsabilidad mayúsculas, que tienen que cuidar él y su círculo cercano.
El Twitter es peligroso. Estamos en un mundo en que meter el dedo es meter la pata, como se decía antes. También se advertía que había que cuidar la lengua. Hoy se debe cuidar el dedo, pues siempre estamos a una pulgada de un gran error en que pueden estar de por medio los sentimientos de todo un país y de personas en angustias tan grandes como la selva.
Los hombres en el Guaviare han hallado pistas que son esperanzas de encontrarlos con vida. Un biberón, un cambuchito, frutas mordidas por humanos, huellas pequeñas. Confiemos en que nos den una alegría grande. Yo tengo fe en Lesly Mucutuy, porque es campesina, es indígena, y a sus 13 años tiene sabiduría de la selva y sus peligros, de lo que es de comer o no. Como en la vida, ella sabe de las aguas mansas y las peligrosas, de a qué árbol se arrima. Tengamos fe en que ella será una heroína nacional, valiente, que con todas las fuerzas de una niña maravilla lleva al bebé cargado con bejucos tejidos como por mano de la Virgen, quien sabe cuidar niños, y a los otros dos de la mano. Que hayan podido comer frutas y hallado un manantial puro.
Y tengo fe en que en este país seamos capaces de conmovernos más por cuatro niños perdidos en una selva, no sea que los que estemos perdidos seamos nosotros como sociedad. Dios acompañe a Lesly y a sus hermanitos.
LUIS NOÉ OCHOA
luioch@eltiempo.com
Luis Noé Ochoa
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción