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Amores que matan

Aquí, queridos venezolanos, hay divisiones políticas, pero también oportunidades.

Luis Noé Ochoa
Todos los demócratas debemos estar tristes y, a la vez, repudiar por todos los medios, pues en la casa vecina, en Venezuela, están cometiendo feminicidio con la democracia. De eso ya se da cuenta el mundo entero, que califica de dictadura al régimen de Maduro. Es dictadura. Ayer, después de una elección sin controles, sin veeduría, sin garantías, luego de muchos muertos –sobre los que Maduro sigue fiestero–, se instaló la nueva Asamblea Constituyente, al servicio del régimen. Y la presidenta de esta, Delcy Rodríguez, dijo la frase del siglo: “En Venezuela no hay hambre, en Venezuela hay voluntad (...); aquí no hay crisis humanitaria, aquí hay amor”. El amor en los tiempos de la dictadura, como diría García Márquez.
Nadie cree, tal vez ni los mismos maduristas, que hayan participado 8 millones de votantes. Cómo sería aquello que Smartmatic, la empresa encargada del sistema de voto electrónico, dijo que los resultados fueron manipulados, es decir, al sistema se le metió un virus, llamado fraud, que puso un huevo de un millón de votos.
Se sabía que era la única manera, porque la gran mayoría en ese país, ‘millones y millonas, valientes y valientas, admirables y admirablas’, están asqueados y marchan contra la dictadura. Durante los últimos cuatro meses han perdido la vida en las calles 126 personas, la mayor parte a manos de la Guardia Civil, por amor. Entre ellas, muchos jóvenes. Increíble que quienes enarbolan la bandera de Bolívar, el Libertador, maten a su misma gente, que clama libertad. Es decir, amores que matan.
Por si algo faltara, también fue elegido don Nefasto Nepotismo, pues resultó ‘favorecida’ con el voto libre la esposa de Maduro, doña Cilia Flores de Maduro. Bueno, las flores de Maduro serán en inglés, porque ahora resultó bilingüe. También es asambleísta un hijo de Maduro.

Que la izquierda le diga a Maduro que no atropellen ni maten más a su propio pueblo, ni a bala, ni de hambre; ni lo destierren, ni dividan a las familias

Y para rematar, para confirmar que el bilingüe no conoce los términos democracy ni freedom, el Servicio Bolivariano de Inteligencia, en la oscuridad de la madrugada, con amor a Maduro tomó por asalto las casas de Leopoldo López y Antonio Ledezma –un hombre mayor y enfermo, pero inquebrantable en su coraje– y los llevó a la cárcel militar de Ramo Green. El desmonte de las instituciones democráticas es un hecho. Ahora van por la fiscal, un viejo amor de Chávez.
Solo queda que la comunidad internacional siga presionando, que la izquierda colombiana, como lo dijo la periodista Patricia Lara, ayude a Venezuela. Y la cubana y los demás izquierdistas que le hablan a Maduro, que le digan que, por amor de Dios, no atropellen ni maten más a su propio pueblo, ni a bala, ni de hambre; ni lo destierren, ni dividan a las familias ni sigan el camino doloroso de Siria.
Hay que ayudar a los venezolanos. Bien hizo Colombia en otorgar permiso de permanencia a quienes hayan entrado legalmente, unas 150.000 personas, para que tengan derecho a trabajo y sistema de salud. Claro que en esto les tocará hacer filas, como allá para conseguir comida; y para lograr citas con especialistas, es más fácil que vuelva la democracia a su país, pero algo es algo.
Aquí, queridos venezolanos, hay divisiones políticas, pero también oportunidades; hay comida, hay respeto a las libertades. Y se está aclimatando la paz, ya nos matamos menos, hay elecciones libres.
Es ahora, viendo a Venezuela, cuando tenemos que entender el valor de las libertades, las consecuencias de armar al pueblo, de dividirlo, de sembrarle odios políticos. Ojalá, queridos candidatos, se realice una campaña con altura, con respeto, tolerante, con más ideas que agresiones. Recuerden: cuando a tu vecino veas las barbas cortar, pon las tuyas a remojar.
LUIS NOÉ OCHOA
luioch@eltiempo.com.co
Luis Noé Ochoa
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