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Adelante con la paz

Ni Santrich, ni el ‘Paisa’ ni Márquez son la paz. Que Duque prosiga el acuerdo en todos sus puntos.

Desde el exterior, tal vez no nos entiendan, o les dé risa lo que hacemos. Bueno, no nos entendemos nosotros aquí... Ya es un oso que nos hayamos agarrado para hacer la paz. Pero el caso de Jesús Santrich es ridi... El resto de la palabra, también. Este extraño personaje se ha burlado del país. Sobre todo, de quienes creemos en el proceso de paz, a costa de madrazos y de muchos otros epítetos e hijuepítetos y de las mismas Farc, que siguen firmes. La paz es de lo mejor que nos ha pasado en el último medio siglo. Yo daría la vida por defenderla.
No es cualquier guabina que hayamos fundido más de 37 toneladas de armas, fusiles AK47 que mataban ak y allá y ahora honran a miles de víctimas en el conmovedor monumento Fragmentos, de Doris Salcedo. Fundir armas es salvar vidas. Que más de 15.000 personas se hayan reinsertado y, creo, más de 10.000 estén ya trabajando, estudiando, produciendo, en lugar de secuestrar, matar, extorsionar, es como para quitarse el sombrero aguadeño.
Pero Santrich ha sido como el borracho en misa que no sabe que se acabó la fiesta. Ya era tristemente famoso cuando, en pleno proceso, le preguntaron si pensaban pedirles perdón a las víctimas, y contestó: “Quizás, quizás, quizás”. Y soltó la carcajada, que más bien fue su primera ‘carcagada’. Y así ha sido lo suyo.

Hace sonar Tocata y fuga, de Bach, se pone las gafas oscuras y una bufanda como capa, y salta por una ventana. Luego sale corriendo (...) como si llevara el Ejército detrás

La DEA lo filmó, al parecer, vendiendo ‘televisores’ de pantalla en polvo. Y cuando se pensaba que lo tenían cogido de las pruebas para extraditarlo, se las pidieron a Estados Unidos, en carta enviada por 4-72 que quedó en Panama paper casi dos meses... Oso peludo.
Después salió libre por tres minutos y medio; casi ciego, hizo la V de ‘los tengo entre ojos’. Pero fue detenido de nuevo. Mas, como el Consejo de Estado afirmó que tenía fuero parlamentario, la Corte Suprema dijo, ‘¡fuera, parlamentario!’. Y recobró su libertad. Y así se posesionó como representante a la Cámara y llegó haciendo la V de Venezuela. Él abusa.
Y ahora, algo que no se había visto en la historia de la humanidad, que no lo logró ni Supermán. Un casi ciego, que no ha visto ni las bondades del acuerdo de paz, en Tierra Grata, Cesar –que había visitado 20 días antes–, a medianoche, sin prender la luz, escribe una carta de puño y letra pegada, sin salirse del renglón: “Chatica, voy a pasar la noche con mi hijo”... Hace sonar Tocata y fuga, de Bach, se pone las gafas oscuras y una bufanda como capa, y salta por una ventana. Luego sale corriendo en chancletas, bajo la noche oscura y lluviosa, como si llevara el Ejército detrás. Ni se resbala. Todo sin que su esquema de seguridad haya visto o escuchado nada.
Dijo Salud Hernández-Mora, quien conoce este país, que allí, en una mula, en menos de lo que canta un gallo con viagra se está en Venezuela, hoy, desgraciadamente, ‘tierra grata’ para dictadores, guerrilleros y narcos.
Ya se habla de que estaría con su hijo menor, Iván y sus bang bang Márquez. Y, tal vez, el ‘Paisa’.
Como por ahora todo son ‘espelucaciones’, como dicen en la peluquería, no se sabe si Santrich volverá el martes, cuando tiene que presentarse ante la Corte Suprema –a lo mejor llega corriendo–, o si seguirá con el hijo menor. Vamos a ver, como él dice. Si no, debe ser capturado y llevado tras las rejas. Pero que no lo dejen afeitar solo.
Toca insistir. No es hora de divisiones. Ni él, ni el ‘Paisa’ ni Márquez son el acuerdo ni la paz. Si no vuelven, hay que combatirlos, y que el presidente Duque prosiga el acuerdo en todos sus puntos; no sus 29 de popularidad, sino los firmados. Y toca seguir atacando las disidencias, a los paramilitares –que, según el ministro de Defensa, ya están entrando a robarse la ropa tendida y, creo yo, lavadoras jóvenes– y las bandas criminales. Y proteger a los líderes sociales. En eso, ni un paso atrás, como decimos con orgullo en Santander.
luioch@eltiempo.com
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