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Pandemias

El covid se parece a los políticos corruptos, los dos son pandémicos y se rehúsan a perder el poder.

Según la revista Forbes, en el último año se han creado 660 multimillonarios más que en el mismo periodo del año anterior, es decir, un nuevo multimillonario cada 17 horas. En América Latina, la cantidad de personas más ricas aumentó en un 41 por ciento y los ya adinerados de esta región vieron incrementar su patrimonio en un 69 por ciento. Parece que el covid-19 llegó con dinero bajo la manga para todos, o ¿no?
Desafortunadamente, el bienestar no se reparte de manera equilibrada o siquiera equitativa. Con la pandemia, economías débiles como la nuestra se han visto forzadas a emplear sus recursos en la atención de los enfermos, en las vacunas y en la mitigación del hambre y la miseria, pues con la paralización económica y comercial a la cual se vieron obligados los Estados, el desempleo fue una consecuencia inevitable.
Según la OIT, se espera que para el año 2022 alrededor de doscientos millones de personas hayan perdido sus empleos; cerca de 26 millones en Latinoamérica, de los cuales son más de medio millón en Colombia. Ahora bien, estos datos solo nos muestran los nuevos desempleados, no los desempleados totales (3’437.000), ni aquellos en la informalidad (4,7 millones). En este mismo sentido, la OIT nos señala que el trabajo infantil también se ha visto afectado, pues la crisis y la informalidad han llevado a que más niños tengan que trabajar para ayudar a sus familias, ampliando cada día más las brechas sociales y la pobreza intergeneracional.
Kailash Satyarthi, premio nobel de Paz (2014), fundador de la ONG Bachpan Bachao Andolan y presidente honorario de la Marcha Global Contra el Trabajo Infantil, manifestaba recientemente que “los líderes mundiales deben asignar a los niños más pobres y marginados su parte justa de la riqueza mundial”, afirmación que personalmente comparto por completo, pero desafortunadamente está muy alejada de la realidad, al menos de la colombiana.
En nuestro país, los políticos están terriblemente apartados y desconectados de la realidad económica y social del pueblo al cual dirigen y gobiernan. Por ejemplo, el pasado mes de julio se sancionó la Ley 2101 de 2021, la cual establece una reducción gradual de la jornada laboral, para llegar a un total de 42 horas semanales dentro de 5 años. Según se observó, los congresistas hicieron un análisis comparativo con otros países miembros de la Ocde y de allí sacaron sus conclusiones: en Bélgica se trabajan 39 horas a la semana, ¿será que es una comparación válida? Además, afirmaron que con estos cambios se logra incentivar nuevas contrataciones, ¿es decir que encareciendo el mercado laboral se promueve la contratación legal?, ¿pensarían en los casi 5 millones de informales? Como en el caso de la feria Buró, la mejor solución era repartir la pizza entre todos y no dejar a uno, o unos, sin nada. Con esta ley nos va a pasar lo mismo. Se legisla para quienes están en el mercado laboral, pero no se piensa en los millones de colombianos en la informalidad, para quienes esta ley los aleja cada día más de la tan deseada pizza (un puesto formal).
Pensaría uno que nuestros políticos nos odian, pero parece que somos nosotros mismos los que nos despreciamos por completo; de no ser así, ¿por qué los elegimos?, ¿será que nos gusta el sufrimiento y las injusticias? Es que no solo legislan terriblemente, con la malversación de fondos tampoco dan tregua. El mes pasado fue capturado el exgobernador de Santander y actual congresista Richard Aguilar, porque la Corte Suprema considera que realizó unos contratos con intereses indebidos, es decir, por presunta corrupción. Este senador fue recluido en el mismo batallón donde permanece privado de la libertad su padre, el coronel de la policía Hugo Aguilar, también exgobernador de Santander. Pero lo que más me llama la atención es que el hoy gobernador de este departamento es el señor Mauricio Aguilar, hermano de este senador, hijo de este coronel retirado. Por su parte, en la región de Córdoba se anunció el lanzamiento al Senado del señor Julio Elías Vidal, hermano del exsenador Bernardo Elías, conocido como el ‘Ñoño’ Elías y quien en mayo de este año aceptó cargos por lavado de activos y concierto para delinquir, delitos vinculados con el sonado caso de corrupción de la multinacional brasilera Odebrecht. Así como también, en Cundinamarca se conoció un video del excongresista José Caicedo, presentando a su hijo al mundo político, lo cual no reviste mayor problema, salvo que el exrepresentante está hoy privado de la libertad por orden de la Corte Suprema, ya que se conocieron llamadas telefónicas que podrían probar que estuvo “cuadrando” las versiones de los testigos en la investigación que se surte en su contra, por los presuntos delitos de peculado por apropiación y contratos sin cumplimiento de requisitos legales, cometidos por el señor Caicedo cuando fuera alcalde del municipio de Zipaquirá.

En América Latina, la cantidad de personas más ricas aumentó en un 41 por ciento y los ya adinerados de esta región vieron incrementar su patrimonio en un 69 por ciento.

Con los anteriores ejemplos me surgen bastantes interrogantes: ¿por qué elegimos y mantenemos estas familias en el poder? ¿Son estos departamentos ejemplos de avances, prosperidad y desarrollo?, ¿no existe desempleo, informalidad ni trabajo infantil en estas regiones? Kailash Satyarthi les pedía a los líderes repartir la riqueza con los niños. El problema en Colombia radica en la falta de verdaderos caudillos, pues acá lastimosamente pareciera que solo tenemos pillos. Si todo continúa mal, ¿por qué seguir eligiendo a los mismos?
La existencia de más y más ricos es algo muy importante para una sociedad, especialmente para las suramericanas. Detrás de los ricos vienen sus empresas, y con ellas, empleos, salarios, comida, viviendas, educación. Los Estados obtienen sus ingresos del sector privado. Es a través de la tributación del empresariado que se logran grandes capitales, los cuales, en las manos correctas, se emplearían en políticas públicas idóneas. Por supuesto, los países donde más pobreza y miseria se observa no son aquellos donde más ricos existen, pero sí donde más corruptos hay.
El covid se parece a los políticos corruptos, los dos son pandémicos y se rehúsan a perder el poder, el primero ahora convertido en la variante delta y los segundos a través de sus familiares. Así como vacunarnos, lavarnos las manos y usar tapabocas nos salva del virus, votar por gente honesta, nueva, capaz, positiva, estudiada y no resentida nos salvará de la miseria que significa la corrupción.
LUIS FELIPE GÓMEZ ÁVILA
@luisfegoa
(Lea todas las columnas de Luis Felipe Gómez Ávila en EL TIEMPO, aquí)
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